Costumbres de nuestros abuelos   10 comments


Ricas y bellas costumbres existían en las casas de nuestros antepasados. De sus paredes colgaban muchas estampas religiosas enmarcadas en madera, protegidas con vidrio o plástico. Estos cuadros mostraban infinidad de santos y figuras celestiales.

Algunos dibujos simulaban al diablo y el infierno, el cielo y los Ángeles, el Ángel de enormes alas blancas, el Guarda, protegiendo a niños transitandoAngel de la Guarda un puente de hamaca y otras figuras inolvidables grabadas en nuestras mentes, desde muy niños; la pequeña cruz hecha de palma bendita, visible en la puerta principal, colocada allí para impedir el ingreso de los espíritus malos y otras creencias; fotografías del abuelo y de la abuela con sus nietos; la foto matrimonial; plantas y herraduras portadoras de suerte y protección a la casa y sus moradores; velitas encendidas en honor a las ánimas, rosarios confeccionados en madera o con «lágrimas de San Pedro», flores y figuras en puro yeso y porcelana.

Usaron bellos altares, colocados en un cálido rincón de la casa, adornados con plantas naturales y lindos manteles blancos bordados. Este espacio sagrado sirvió para expresar sus oraciones, rezos y fe, donde acudían también los amigos del vecindario.

En las zonas rurales, especialmente, se usó el papel periódico impreso para forrar las paredes de madera y así cubrir las rendijas y evitar el humo negruzco en la superficie de las tablas, producido por el uso diario de las cocinas de leña y fogones. Éstas, alimentadas con troncos sALTAR EN COSTA RICAecos de café, guayabo y otras plantas.

Otro elemento era el almanaque o calendario, mostrando siempre, la imagen de un santo, una carreta, un grupo de animales, una iglesia, un paisaje, muchas veces un paisaje lleno de nieve. Además, el anuncio muy visible de la panadería, botica, venta de abarrotes, zapatería, tienda, barbería, sastrería y bazar de la época, que el comercio donaba a sus clientes por la compra del «diario» y uso de las especialidades como el boticario, el peluquero, el sastre o el relojero.

Junto a estos detalles, la perfecta costumbre de reunir a su familia y amigos para contar historias y anécdotas. La comunicación era evidente todos los días, entre familiares y vecinos.

En las noches, no faltó el chocolate preparado con panecillos de cacao «Conchita», producto obtenido en todas las pulperías o comisariatos de los barrios.

La sabrosa bebida daba más calor a las reuniones. Una o dos «conchas de cacao», junto a la leche hirviendo y el azúcar, se disolvían a punta de «molinillo», utensilio vital en toda cocina del costarricense; este aparato rudimentario, en forma cilíndrica, largo, confeccionado en madera de una sola pieza. Luego, ya más moderno, con piezas de metal.

Todos podíamos manejar aquel instrumento casero, se frotaba en el mango con ambas manos hasta sacar abundante y rica espuma en el «pichel» u olla de aluminio. El molinillo hizo la función de lo que hoy es la licuadora eléctrica u otro adelanto de la tecnología.

Esta tradicional bebida, siempre acompañada con galletas dulces (negritas) de la eterna Panadería Leandro o las fabricadas por las manos mágicas de nuestra abuela. Un manjar era tener en nuestras manos varias de esas galletitas, untadas de mantequilla o cargadas con trozos de queso tierno y rayado. ¡Qué delicia!.

Las reuniones familiares del pasado, calaron muy profundo en la mente y curiosidad del los oyentes – principalmente en la niñez – y sirvieron para fortalecer el respeto y obediencia a sus padres y abuelos, al anciano, maestro, autoridades civiles y religiosas, aspecto que consolidó la unión entre toda la familia, solidaridad con el vecino y respeto más profundo al Ser que nos mira desde arriba.

Estas y otras lindas costumbres, nos llevan a retroceder el tiempo e imaginar la vida diaria de los barrios que ya no existen. Recordamos las escuelas de enseñanza pública en edificaciones viejas de adobes y bahareque; las pulperías de don Ángel y Napoleón, una hecha de pura tierra o adobes, la otra construida en pura madera; la casa de doña Hortensia, aquí su padre tenía un taller de carpintería, era un buen carpintero, compositor, músico e integrante de la Banda Militar de Alajuela (hoy en Costa Rica no se emplea el término «militar»), propietario de un aposento para guardar los ataúdes (cajas para muertos, como era común decir), encargados por algún comercio o funeraria  en Limón. Por cosas de niños, un ataúd nos producía alguna inquietud, posiblemente influenciados por creencias y leyendas que encerraban grandes misterios, más con la presencia de nuestros abuelos cuenta cuentos, en una época muy diferente a tiempos actuales.

En el barrio, recordamos, el bazar de doña Carmen, aquí había de todo para las costureras; el mercadito o venta de legumbres, frutas y verduras de Miguel y Tulio; la pastelería Güell con su deliciosa repostería y confites; la panadería de doña Esperanza y de Melico Valverde; las ventas de carbón por cuartillos y sacos; la venta de «canfín» (combustible obtenido del petróleo); las ventas ambulantes de mazamorra, arroz con leche y el rico manjarete; el lechero ambulante (lechero de «tarro»), con su rica leche al pie de la vaca y natilla casera, para citar algunos centros y actividades comerciales de antes.

Estas edificaciones de madera y adobes, tan fuertes y visitadas como las pirámides, fueron construidas por manos callosas, valientes y pacientes. Abonadas con sangre, inteligencia y sudor de nuestros abuelos.

¿Quién no recuerda a doña Bolivia Quesada?. La ancianita famosa por su especialidad en preparar panes caseros, platillos variados y conservas. El delicioso tamal asado, bizcocho en forma de rosquillas y torta, plátano maduro con queso y otros panes propios de ese entonces, que hoy añoramos y lamentamos no conservar sus especiales y ricas recetas.

Ella, quien llenaba su canasta con bizcocho humeante tapado con hojas de plátano y un lindo mantel grande, e iba a entregar «los encargos o pedidos» a varios establecimientos del ayer, especialmente a la cafetería «El rancho grande» de don Bolívar Valverde, reconocida por el exquisito café que disfrutaban los alajuelenses y viajeros de otros distritos y caseríos de la provincia.

El otro instrumento de trabajo de doña Bolivia, junto al horno de barro, era la cocina de leña, pintada en negro, siempre lista para el agua dulce, café o chocolate, olla de carne, picadillos, tamales, arroz con leche, torta de arroz, miel de ayote y chiverre, siempre presentes en los días santos o Semana Santa, días de inmenso y verdadero respeto y recogimiento.

Nuestros abuelos desaparecieron y con ellos marcharon aquellas prácticas tan saludables al cuerpo y mente.

Se marchó el zapatero remendón, don Paulino Soto Córdoba, quien siempre salía con su nieto al centro de la ciudad alajuelense a comprar el material para su oficio: las suelas de cuero en el negocio de Oreamuno; el establecimiento del señor Barguil suministraba clavos, tachuelas, tacones marca «Mundial», casquillos, hebillas, cemento, lijas, tintes, cáñamo, leznas utilizadas para agujerear y coser el calzado que se fabricaba a mano, fuertes, casi indestructibles, duraban hasta decir «basta»; betunes, broches, cebos, cordones, hormas y todo lo que se ocupaba para las «remendonas» (así se decía a los reparadores del calzado) y fabricantes de zapatos.

De vuelta a la casona, don Paulino pasaba a tomar un «aguardiente», pero no permitía por nada del mundo que el niño entrara a la cantina, éste, esperando algunos minutos en la acera o cordón del caño, sentado en el rollo de suela, entretenido chupando una melcocha (dulce), un helado de Chepe Espinoza o de La Torcaz, con toda la mercadería en el suelo, sin nadie estar pensando en robos, daños o agresiones en la niñez, en una Costa Rica más tranquila. El abuelo cuentacuentos, con toda la tranquilidad existente, disfrutaba del «guarito», continuando la marcha hacia el trabajo y su hogar.

¡Qué diferente el ayer!. ¡Hermosas costumbres! Los niños jugamos juntos, sin malicia, algunos descalzos, en el polvo del patio o de las calles, encaramados en los árboles de jocote y mango del patio de doña Sofía, la señora se enojaba cuando maltratábamos los árboles a garrotazos y pedradas, pero con sus protestas, gritos y acusaciones ante nuestros abuelos, nos enseñó a amar la naturaleza.

¡Qué diferente si tuviera que escribir el presente!. En este duro presente, donde se va perdiendo, aceleradamente las lindas costumbres dejadas por nuestros abuelos, los ideales, los valores morales, espirituales, religiosos y patrióticos; aspectos ausentes cada vez más y que hacen falta, muchísima falta, para hacer de nuestra Patria, una Patria mejor. ¡Patria que labraron con honradez y trabajo nuestros grandes y valerosos abuelos!.

(Publicado en LA PRENSA LIBRE, Sección OPINIÓN, 16 noviembre 2005).
(Publicado en EL EMPRENDEDOR, junio 2004).

Publicado mayo 17, 2008 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

10 Respuestas a “Costumbres de nuestros abuelos

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  1. me encanta leer esto sobre mi pais sabe vivo en canada, tengo un programa en la radio Hispana, toronto los temas son Historia,musica cultura,arte, de costa rica soy costarricense

  2. Saludos, compatriota.
    Muchas gracias por llegar a este blog, si alguna de estas anécdotas son aptas para su programa en la radio, autorizo su publicación. Felicidades. Viva Costa Rica. Viva Canadá.
    Jm

    José Manuel Morera Cabezas
  3. todo esto no me sirve porque quiero costumbres que tuvieron nuestros antepasados solo las quiero cortas y que se puedan comprender

  4. Sarita: algunos lectores Sí aceptan estas historias o costumbres; para otros lectores No se adaptan a sus intereses. Trataré en el futuro de complacer a ambos grupos, aunque es difícil «quedar bien» con todas las opiniones.

  5. Esta explicacion no dice exactamente cual eran las costumbre de nuestros antepasados! :S Asi que mejor Adios quien lo alla hecho (escribe mas sobre lo que eran las costumbre)

  6. Sarita, le aconsejo investigar otras fuentes, mientras preparo otros temas para su delicado interés. Para no fallar en otra oportunidad, sería saludable, usted aporte ideas o el tema para complacerla. Si sabe de costumbres costarricenses, nada le cuesta hacerlas saber al autor de este blog. Inténtelo.

  7. Saludos de otro que escribe sobre las costumbres de antes. Te convido a que me leas…

    • Encantado. Voy a ingresar a rincondelayer.blogspot.com

      Hace ratillo que no escribo, estoy metido en un asunto que me quita tiempo para investigar historias o anécdotas. Mi nueva
      actividad es con el asunto que tenemos en la comunidad de El Llano, Alajuela, la ermita del lugar, con más de 130 años de construida
      necesita una remodelación o restauración urgente. Estamos en contacto con el Ministerio de Cultura, Patrimonio Cultural, Munici
      palidad de Alajuela, empresa privada, ciudadanía en general, a ver si logramos lo que queremos y más.
      Tengo 4 temas en agenda y no arranco. Todos los 4 temas son testimonio oral de vecinos que quieren contar algunas cosas del ayer.

      Saludos, José Manuel

  8. son las mejores tradiciones

    luis fernando jaramillo

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