Don Luis Morera, el barbero del barrio   4 comments


Don Luis Morera, humilde alajuelense, laboró más de medio siglo en el oficio de barbero y peluquero, local ubicado en nuestro barrio «La Agonía». Su padre, don Juan Morera Arguedas – el barbero de Sabanilla – quien tenía un pequeño local en la misma casa, en el lindo distrito cafetalero de nuestra Alajuela, le señaló los pasos para ejercer el mismo trabajo y así ganar todos los días el pan y la vida.

Alquiló un local o pieza sencilla. En una de sus paredes mostraba el rótulo con el precio «por hacer» la barba y peluquear (inició a un colón la tarifa); además, algunos conceptos tradicionales o creencias: el almanaque del año, la estampa religiosa; una pequeña medalla milagrosa incrustada en la pared; del cielo raso, atada a un hilo, caía una  planta especial para obtener buena suerte; en un lugar visible, la fotografía y distintivos de su enamorado equipo de fútbol; algún recorte del periódico y por allá el recordatorio de un familiar o amigo fallecido.

Al ingresar al local, lo primero a la vista era la silla giratoria, casi en el centro del local, reclinable, bien fija al suelo, mostrando ésta una ancha faja (asentador) en puro cuero, utilizada para emparejar el filo sacado por la piedra o afilador de navajas, el espejo largo pegado a la pared, la mesita acondicionada para introducir los implementos de barbería y peluquería. Navajas «Ostura», hoy superadas por un sistema más higiénico que permite cambiar las hojas gastadas y no el tradicional que consistía en una navaja para todas las personas, máquina eléctrica «Oster» que vino a reemplazar la máquina manual, siempre útil en caso de fallar la electricidad o desperfecto en la máquina moderna, tijeras «Arbolito», peines, afilador, brocha, jabón, vaso con aceite de aguacate, talcos, la toalla bien blanqueada y aplanchada, el alcohol fino de dos colones el litro por si aparecía alguna infección en la piel del usuario; en una esquina, el pequeño armario apto para depositar material y repuestos y, sobre este mueble, el inseparable receptor o radio con el espacio musical, noticias, sin faltar el programa deportivo con la narración y comentarios del fútbol dominical, constituían las armas de don Luis, el barbero del barrio.

La silla giratoria, a encargo de don Luis, fue construida por el mecánico de aviones, don Ricardo Mora por la razón de que las importadas tenían precios muy altos y lujosas. Alrededor de éstas, El barberolas bancas de madera para la espera y descanso del cliente, los periódicos y revistas viejas en una mesa pequeña para los amantes de la lectura; mientras otros participaban en la simpática discusión del tema sabatino, semanal o dominguero. Eso sí, los lunes, eran «libres» para todos los barberos.

En el interior de la barbería, así pasaban las horas, muy tranquilas, sin el tal «estrés» que cargamos en estos tiempos. Hermosos los lindos fines de semana, cuando había mayor concentración de visitantes, esperando con paciencia su momento para subir al pedestal de madera y metal. «¿Quién sigue?», preguntaba el señor barbero. Claro, nadie le quitaba el espacio al otro. Todo el mundo traía el tiempo suficiente para dedicarlo a su barba, pelo, chistes, lectura y tertulias.

Don Luis pagó mil colones por la construcción de la silla tan fuerte y confortable como las foráneas, pero sin pagar caprichos del exterior, aunque las fabricadas por manos nacionales no poseían el sistema hidráulico (subir y bajar), únicamente podían quebrar y girar. Don Ricardo, sí logró la perfección, pero sin lujos.

En la amigable barbería predominaron chistes, algún tema político, anécdotas, fútbol, noticias del momento, era la «tribuna del pueblo» para denunciar y apoyar a entrenadores, deportistas, políticos y otros temas vecinales.

El local mostraba un rótulo, confeccionado en forma de cajón, con vidrio a los lados y un bombillo en su interior que daba luminosidad a las letras. Así nadie se perdía porque el cajón indicaba con claridad «Barbería», acompañado con el dibujo de un escudo rojo y negro, colores inconfundibles que don Luis Morera llevó siempre en su corazón, mostrándolo a todo el mundo.

Muy de mañana abría sus puertas y cerraba pasadas las ocho de la noche, por contar con una nutrida y fiel clientela proveniente de Desamparados, El Llano, Canoas, Carrizal, Río Segundo, El Brasil, Cantón Central de Alajuela y también cartagineses (de Cartago, Costa Rica), quienes hacían el trayecto hasta el lindo y pacífico barrio alajuelense.

En casos especiales, algunos clientes le solicitaban visitar sus hogares por motivo de enfermedad, tal el caso del doctor Mourelos y don Elías Lara, vecinos de Río Segundo, quienes necesitaron los servicios del barbero ambulante. Don Luis recogía en su maletín negro las herramientas e iba a «peluquear y barbear» a sus amigos incapacitados.

Personajes reconocidos pasaron por allí: don Tobías Sánchez, Jorge Luis Solera, Rogelio Poll, Toño Wagner, Popo García, Los alepates, Clodomiro Fallas, Carlos Reyes (Culebrón) pionero de la televisión nacional, Manuel Ángel Herrera, Emilio «Canaco», Balín Gutiérrez, Rubén Guell, Paulino Cusuco, Melico Valverde con la guitarra y su hijo el doctor, el compositor y músico don Jesús Bonilla, Monseñor Bolaños y todos los sacerdotes habidos y por haber de la Iglesia «La Agonía»; además, novios en sus últimos detalles pronto al matrimonio, niños en camino a la Primera Comunión, graduación escolar y de cumpleaños por edad. Los cortes de pelo recibían otros nombres: tabla o militar, largo, mediano, carrera al centro, carrera a un lado, oscuro (más pelo), claro (menos pelo), mejicano, pachuco y rock and roll que traducido a nuestro idioma significaba algo así como «guarda piojos».

En ciudades y zonas rurales, la barbería ha sido un elemento fundamental. Las más antiguas en el centro de Alajuela, recordamos: barbería «La lamparita» de don Carlos González y luego propiedad de Macatre Esquivel, «La popular» del Chino Loría y hermanos, ésta, prácticamente una escuela formadora de experimentados barberos, citemos a Maco Molina, Melchor Araya, Ramiro el cubano, Paco Mena, Ávila, Guillermo Venegas «Calcetas», Solón González, Marco Barrantes, Beto Pomes, Abel Lobo, «Arrocito» Umaña, Teodoro Porras, Tobías Arce, «El loco» González, Oscar Lara, «Coqueto» González, Luis Barrantes, Fernando Chacón Vega (Barbería Chacón).

En Turrúcares de Alajuela: Francisco Hernández y sus hijos barberos; en Atenas de Alajuela don Francisco Madriz, José Badilla; en Palmares de Alajuela don Fabio Fernández, Luis López y muchos que el amigo lector estará recordando.

Éstos, generalmente, trabajaron en lo propio, sin jefe; durante cinco décadas don Luis Morera dedicó su oficio a amigos y familiares, hasta el impedimento físico producido por una enfermedad, pero con el ánimo de seguir ejerciendo la herencia de su maestro y padre, el oficio de barbero.

En el presente, el concepto de las tradicionales barberías y peluquerías, aún se mantienen, aunque pocos en forma independiente, sobresaliendo algunas con personal más amplio en locales grandes y finos; inclusive, con la participación del toque femenino y valiosos trabajadores en la materia, llegados del extranjero, caso de especialistas cubanos, dominicanos y de otras naciones amigas; peluqueros titulados en academias, con herramientas, productos, cortes de pelo y técnicas modernas.

En el pasado, con más limitaciones, sacrificando una pieza de la casa – la sala – así funcionaron por muchísimos años y décadas, las famosas barberías.

Paralelo avanza la competencia de salones «specializzatos» o clínicas de belleza, uñas acrílicas, permanentes, mechas, rizados, rayitos, tintes, hasta masajes para eliminar «la tensión» y finos productos preparados con hierbas para combatir la obesidad, el azúcar y otras enfermedades.

Ante tal «globalización», es tarea y responsabilidad en las nuevas generaciones, con la ayuda de las generaciones de oro, mirar un instante hacia atrás, al pasado, mirar nuestras raíces con sabor añejo, destacar y valorar los sacrificios, las limitaciones, inteligencia, perseverancia y más ejemplos ricos que dejaron con su trabajo, nuestros viejos barberos y peluqueros.

La intención con estas líneas escritas, es enviar un reconocimiento a todos los barberos fallecidos y presentes, nacionales y de otras naciones, porque son raíces que nutren y destacan la  identidad de nuestros pueblos.

Recomendación: estimado lector. Si Usted habita en mi Costa Rica, Centroamérica, o en otra Nación y es o desempeñó el importante oficio de Barbero, como el señor Morera, escríbame. Deseo felicitarlo. Cuénteme su anécdota. Muchas gracias.

Publicado mayo 19, 2008 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

4 Respuestas a “Don Luis Morera, el barbero del barrio

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  1. Morera:
    Muy buena la historia del barbero del barrio, y casi te puedo decir que esa historia se repite en más de un puesto de peluquero, los que lamentablemente están desapareciendo pues ahora con la terminología moderna debería llamarse Salón de Belleza o más fino aún el Estilista Luis Morera.
    Lo que si tengo muy claro es que yo utilicé mucho el barbero hasta que por situaciones de la naturaleza y la edad, el pelo dejo de crecer para caerse por si solo, así que las idas casuales al peluquero son solo para pasar por el frente y recordar viejos tiempos pues cada vez tengo menos pelo que puedan cortar.
    Saludos,
    Luis Sáenz

  2. buenas, me gusta su historia, les comento que yo soy un nuevo barbero de esta generacion, aunque por circustancias no e podido montar mi barberia, ya casi lo logramos,de momento lo hago a domicilio y me anuncio por internet en «mercado libre.com», les comento que donde estudio barberia esta saliendo buenos barberos y muy jovenes claro con otra modalidad, pero muy buenos, mi problema a sido poder conseguir una silla de barbero comoda y en esta parte es un poco dificil ya que las mas baratas cuestan 250mil colones, pero para eso vamos a montar una barberia y no perder esta bonita tradicion de la cual nos da el pan de cada dia, y me hace gracia los nombres de antes hoy son mohack(cresta o roquero) oscuro (tradicional) disminucion , wave ( holas, para negros) 1,2,3 disminucion,(tipo reguetonero) tambien marcamos cejas, hacemos barbas de cualquier tipo y forma igualmente patillas y pelos en la naris y dibujos, de todo lo que el cliente quiera esto es un pacion y yo por el momento trabajo en una oficina mi pacion es la barberia, que bueno encontrar historias como estas para rescatar esta tradicion tan bonita, gracias

  3. Don Manuel , soy la bisnieta de Luis Morera, historia primera que contó, conmovió hasta mis mas pequeñas fibras de sentimientos al recordar a mi viejo amado, Yo le quiero acotar que cuando era muy pequeña, tocar algún instrumento de Don Luis era asunto serio, pues no permitía que nadie se le metiera al orden y aseo que poseía ( claro esta que ese orden era por con la ayuda de mi viejita mi bisabuela Teresa), aun recuerdo aquella silla donde si me portaba bien me dejaba mi abuelo Luis el liguista mas manudo que conocí , montarme bajo su supervision. A pesar de su altura y de su fuerte personalidad el era muy cariñoso y siempre le contaba chistes y era ahí donde su porte militar caía ante su bisnieta. El día que él murió, un 10 de diciembre fue terrible. Pues para mi : había caído un roble admirable. Gracias por recordar a mi viejo.

    • Un gran señor, don Luis Morera. Cuando salió publicada una nota dedicada a él, escrita por mi persona, don Luis se emocionó. Recuerdo que tenía un afiche muy grande de su adorada Liga. Me dijo: «le voy a regalar este afiche, muchas gracias por lo que publicó en el periódico». Siempre estaré agradecido con mi barbero porque desde niño fui cliente.

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