Las excelentes revistas «China Libre» y «Beijing Informa», nos muestran, entre otros interesantes reportajes, dos dedicados a la protección de edificios antiguos y tradiciones.
En Taiwan, «La aldea tradicional taiwanesa», está dedicada a salvar preciados bienes, ubicada en una zona montañosa donde hay ganado, arquitectura tradicional, muebles y herramientas, evocando al Taiwan anterior a la industrialización y muy visitada por turistas internos y del mundo.
Debido a trabajos urbanísticos y otras situaciones, algunas edificaciones son donadas a la Aldea, provenientes de todo el país. En este inmenso espacio, permanece el «Templo Dien An», con más de 200 años de edad; «El Pozo de Medio Lado», incrustado en el muro o tapia que divide la propiedad del vecino, simbolizando la ayuda mutua. Es decir, ambos vecinos pueden compartir el agua, aunque únicamente uno de ellos haya invertido en la construcción del mismo, por el costo económico. Esto es solidaridad y justicia.
Otra importante edificación es «La estación del tren». Por entrar en función el nuevo sistema de transporte público, fue erradicada del lugar y reinstalada fielmente en la aldea. Para citar tres ejemplos, tomados del reportaje.
Además, existen representaciones en vivo de bodas tradicionales, festivales, acrobacia e implementos para que el visitante observe cómo sus antepasados fabricaron el papel, moler el maní y la caña.
La Aldea preserva el desarrollo histórico de esa nación en los últimos 300 o 400 años y lanza un hermoso mensaje: «…que este lugar ayude a la gente de hoy, acostumbrada desde hace mucho a las comodidades de la vida moderna, a entender mejor las dificultades que pasaron nuestros antepasados y valorar la prosperidad actual».
En Beijing, Capital de la República Popular China, también hay gente interesada en este campo. Las viviendas folclóricas y culturales forman parte del patrimonio de un país y su protección refleja el nivel de desarrollo económico y cultural.
Ciudades históricas y culturales como Lijiang y Pingyao fueron incluidas por la UNESCO como Patrimonio Mundial; así la calle Qinghefang, por ser el núcleo originario de la ciudad.
El programa de protección abarca la conservación de las construcciones antiguas y lugares históricos, el diseño, la fisonomía y rasgos originales de las ciudades. Además, la preservación de diversos aspectos propios de las culturas como la música, la ópera, productos típicos, hábitos folclóricos, vestimenta, ornamentos tradicionales y artesanía.
Lo cierto es que expertos y gobiernos conscientes en estas áreas, se enfrentan al paso acelerado de la urbanización y el progreso, quienes buscan medidas efectivas y correctas para conservar la historia y poder mostrar a sus descendientes, la civilización de las pasadas generaciones.
En nuestro país, Costa Rica, Centroamérica, – aclaro que esto no lo afirman las revistas citadas – muchas edificaciones en Heredia, Alajuela, Cartago y otras ciudades, sufren deterioro, abandono y destrucción. Lo más doloroso, sucedido recientemente, fue el incendio que destruyó gran parte de la edificación de «La Casona Histórica de Santa Rosa», en Guanacaste. Fue escenario de una de las brillantes páginas históricas, donde sobresalió la valentía y humildad del Costarricense, al derrotar a los invasores extranjeros que querían apropiarse de lo ajeno.
Si esta valiosa construcción y escenario hubiera nacido en Taiwan y Beijing, mostrarían hoy su belleza, valor e historia… auténticos.
(Publicado en LA PRENSA LIBRE, SECCIÓN COMENTARIOS, 27 octubre 2004.
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