Anteriores al renombrado Edificio Viejo del Registro Civil – Edificio Wolf, ubicado cien metros al Oeste de La Prensa Libre – otros locales en el centro capitalino (San José, Costa Rica) fueron testigos de los primeros capítulos escritos por abnegados funcionarios de El Registro Central del Estado, el Registro Cívico, El Registro Electoral y el actual Registro Civil, a partir de 1888.
Para unos, hoy es un simple edificio derruido; para nosotros, quienes hemos laborado durante veinteisiete, diez, cinco, treinta y más años, sirvió de segundo hogar, orgullo histórico, repleto de anécdotas, trabajo e historia Patria.
Lo abandonamos con inmensa nostalgia. Varias generaciones conocieron sus instalaciones, lo visitaron en alguna oportunidad para tramitar su cédula de identidad y documentos varios como certificaciones de nacimiento, defunción, divorcios, matrimonios, naturalizaciones; para recoger y depositar la documentación electoral, cada cuatro años, en las elecciones presidenciales de nuestra nación. Su valiosa documentación ha sido protegida con la honradez y nitidez que este tipo de documentos requiere. Protegimos su valor histórico, cultural, legal y confidencial. Las paredes del centenario inmueble han sido testigos de este valor y lealtad de sus funcionarios hacia la Institución.
Allí, celebramos orgullosos, en 1988, el CIEN ANIVERSARIO DEL REGISTRO CIVIL; en 1999, compartimos la alegría del CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL TRIBUNAL SUPREMO DE ELECCIONES; nos visitaron delegaciones nacionales y extranjeras interesadas en divulgar al mundo, el proceso y sistema electoral de Costa Rica; estrechamos la mano y felicitamos a presidentes electos y diputados a la Asamblea Legislativa – sin tomar en consideración si contribuimos con nuestro voto a su elección – quienes llegaron a «La Escuelita» ( pieza del edificio acondicionada para diferentes actividades electorales, civiles, sociales, estudio, reuniones del personal y artísticas, era el Auditorio) a recibir sus credenciales para cumplir el mandato del pueblo desde las urnas electorales. Con nuestro trabajo honesto, contribuimos a fortalecer las bases de nuestra democracia. Allí vimos las huellas del civismo costarricense, cada cuatro años y durante toda la existencia por parte del trabajo de cada funcionario.
Ya nos mudamos de edificio. Una nueva etapa en nuestras funciones encomendadas por la Institución y la Patria, a quienes debemos muchísimo o casi todo: la estabilidad laboral, la oportunidad de palpar la transparencia de los procesos electorales y civiles, el orgullo de pertenecer a una Institución de inmenso prestigio, reconocida en el mundo y nacional.
Trasladamos en tarimas y camiones, toneladas de documentos, millones de folios escritos en aquel macizo de cemento, varillla y piedra, lugar donde construimos recuerdos y amores; dejamos canas y experiencia, sentimos en carne propia tristezas, muertes de familiares y compañeros, obtuvimos triunfos y fracasos.
Todo por la Institución, por nuestra Costa Rica y nuestras familias…
Deja una respuesta