Anécdota, sin la crisis   Leave a comment


 

Crisis. Son seis minúsculas letras que ocupan los primeros planos en los medios de comunicación masiva y en la boca de los habitantes, en todo el mundo. Es como una “piedra gigantesca”, cargada de desocupación, escasez de alimentos y más calamidades.

Mientras se estrella contra nuestro planeta, mejor nos trasladamos de prisa hacia décadas atrás para recordar los pasajes del ayer, cuando nos enfrentamos a grandes limitaciones económicas,  hasta descalzos asistíamos a la escuela, pero no rondaba en nuestras mentes esto de crisis y otros términos apocalípticos.

Nos ubicamos en la barriada de La Agonía, en Alajuela. Al frente del templo, siempre ha estado bien plantada “La Bohemia”, desde su interior se podía y se puede observar perfectamente la hermosa y sagrada edificación, porque está casi de puerta a puerta con el centro religioso, con derecho a oír misa y observar los sacerdotes y fieles, mientras se pide una boquita de chicharrón, carne con arroz, una sustancia de pollo u olla de carne.

Bar BohemiaHabía mucha tranquilidad en la zona de estas actividades fiesteras o turnos patronales. En general por cualquier punto de la ciudad, no era tan dramático salir a la calle y dejar la casa “sin un alma”; excepto el perro, el gato y las gallinas.  En los festejos,  aparecían “pleitillos callejeros, escándalos y sustracciones a lo ajeno”, pero muy diferente a estos tiempos donde impera el asesinato, asaltos y masacres a la luz del día y la noche,  secuestros y sicarios.

En la década de los cincuentas y sesentas, los turnos de La Agonía servían de escenario para la presencia de grandes espectáculos.

Imaginemos para aquella época, lo que significaba un “gigante”. En la plazoleta se exhibía un hombre traído desde México, con más de dos metros de estatura; padres con sus hijos adquirían el boleto para admirar, hablar y tocar semejante cuerpo, adornado con un inmenso sombrero al estilo mexicano y en su brazo un hermoso cóndor de verdad.  Felipe Reyes Manso, fue un monumento de carne y hueso, en nuestro barrio.  Un ídolo para los niños.

Sin faltar la inquietud o humor del alajuelense, don Reynaldo “Nayo” Bravo, conocido personaje de la comunidad, se acercó al inmenso caballero y le dijo: “Si Usted es manso, yo soy bravo”. El gigante echó gigantesca risa al escuchar las palabras de aquel enano alajuelense, quien se denominaba “Bombeta”, por no poseer profesión conocida, contrario a la costumbre antigua de instalar una placa metálica en la puerta de la casa donde se indicaba el oficio o estudio académico del propietario.

Otro espectáculo, hecho en Costa Rica, no gigante, pero sí,  una broma al espectador. Un espacio cerrado, portaba en su entrada un rótulo: “Sólo para hombres”.  La mente nos inducía a pensar en mujeres. Los varones se “quemaban” por pagar un colón para maquinar su mente y refrescar la vista. Al final del aposento, muy visible en la pared, la presencia de un pico y una pala, herramientas de trabajo. Esto nos causaba risa.

“Pague, pase y vea la gallina de cuatro patas”. ¿Asombroso producto de la Naturaleza? Una entrada ancha, alta, espaciosa. Conforme el cliente se acercaba al final del local, la estructura se hacía más pequeña, contraria a la entrada. Al final, la persona estaba en posición de “cuatro patas”, mirando una gallina pone huevos, común y corriente. Nadie se molestaba por la broma, ni comentaba lo sucedido para que otros cayeran en el truco.

“El torito”, fue un espectáculo lleno de risa y carreras.  Un hombre metido en una plataforma liviana, fabricada con tela y alambres, semejante a un toro corredor y brincón. Un toro de dos patas. Con sus resistentes piernas podía correr por toda la plazoleta, persiguiendo a la gente, como embistiendo, con la especialidad que  aquel invento popular estaba cargado de luces, pólvora, perseguidores, silbadores, triquitraques, cachiflines y bombetas.  Un diablo envuelto en pólvora, corriendo por todos lados.

“Artistas exclusivos”,  el gran salón del cine teatro utilizado para la presentación de artistas nacionales e internacionales, ubicado al costado sur del templo.  La Radio City, radioemisora de la época,  presentaba a su artista insuperable, nuestra humorista y cantautora Carmen Granados. Sus bellos temas  en la imagen de Concho Vindas, el matrimonio de Doña Vina y Chon y otros personajes que sólo Carmencita podía interpretar.

Más hermoso el ayer, cuando nos divertimos viendo gigantes,  chanchas encebadas, carretas con leña y pagar una moneda para posar de cuatro patas. Hoy,todo ha cambiado. Únicamente de crisis nos hablan…

(Publicado en La Prensa Libre, sección Comentarios, 12 marzo 2009)

Publicado en EL ELECTOR, del Tribunal Supremo de Elecciones, edición Junio 2009).

Publicado abril 1, 2009 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

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