A pesar de su ausencia física hace más de doce años, una imagen fotográfica instalada a la entrada del taller cerrajero, parece dirigir el trabajo de sus cuatro hijos y dos nietos, cerrajeros de corazón, herencia dejada por don Hernán Ávila Blanco, conocido en todos lados con el sobrenombre “Candado” o» Don Candado»
Aprendió cerrajería y electricidad en Panamá, donde estaba su padre, Juan, quien lo trajo a este país por las obras en la construcción del canal interoceánico, donde laboraba.
Regresó a su tierra natal, Alajuela, con los dos oficios, adquiridos a la par de ingenieros de Estados Unidos. Aquí, desarrolló sus habilidades, al servicio de los costarricenses. Ubicó un taller humilde en su casita no menos humilde, construida en adobes, sin rótulo alguno y él casi desconocido en sus inicios, hace más de setenta años.
Con un alicate y una prensadora, en forma manual, confeccionaba llaves para candados y llavines. Esta función atrajo a muchos ciudadanos quienes salían sorprendidos por la precisión y habilidad. “El señor de los candados, me hizo las llaves, me arregló el llavín y el candado”, así se expresaba la gente.
De esa expresión popular, nació “Candado”, la fama llegó a todos los puntos de la ciudad. Fue conocido a escala nacional e internacional, por la calidad del trabajo y único especialista en la materia, en esta ciudad.
No sólo conocía el arte de confeccionar una llave o dominar el interior de un candado, tenía amplia experiencia y conocimientos en igniciones de automóviles, máquinas de escribir, cajas de seguridad y bóvedas de los bancos; también era experto en el manejo de armas bélicas porque aprendió el oficio de la armería, en 1948.
Su sabiduría y dedicación al trabajo, fue la herencia dejada en Julio, Vladimir, Arturo, Adolfo; sus nietos Glenda y Gustavo; mejor conocidos como “Los candados”, tan artistas cerrajeros como su padre y abuelo. Candado fue el pionero en Alajuela y en Costa Rica, junto a la “Cerrajería Americana”, única en la Capital San José.
Muchas horas podemos pasar con los Candados, disfrutando de un montón de historias bellísimas, metidas bajo llave en sus corazones, pero dispuestos a darlas a conocer con toda naturalidad, simpatía y humor, muchas de ellas ya escritas o contadas en diferentes escenarios entre amigos y familiares.
“Mi papá hizo un trabajo en la caja fuerte del ejecutivo municipal de Guápiles, recibiendo de él un telegrama dirigido a su casa, en el centro de Alajuela, indicando “Don Candado Alajuela» , así, sin nombre ni apellidos, con la dirección «Alajuela». El funcionario repartidor de la correspondencia en la ciudad, no tuvo pérdida e inmediatamente hizo llegar el mensaje a don Hernán, porque quien no conocía a este trabajador, bien se podía decir que era de otro planeta o estaba desubicado en el tiempo y el espacio.
Otra situación curiosa se presentó en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, antes con el nombre «Aeropuerto El Coco». Personeros de la compañía aérea nacional, no tuvieron problema en traerlo de emergencia hasta un avión de L.A.C.S.A con la delicada misión de abrir las puertas al quedar gente atrapada en el interior de la nave, causando mucha angustia y desesperación.
Con su magia, profesionalismo, toque artístico e inteligencia, abrió las puertas, recibiendo los aplausos y felicitaciones de la gente encerrada, igual aplaudido cuando un piloto hace maniobras salvadoras para lograr el aterrizaje forzoso, salvando a todos.
Visitaron a “Don Candado” para abrir artefactos o repararlos, don Rafael Ángel Calderón Guardia, Jorge González Martén, los Orlich, Gaspar Ortuño y otros; además, hizo varios trabajos para el Banco Nacional de Costa Rica y el Ministerio de Seguridad Pública.
Así como fue un artista en este oficio, lo era para el baile. Gran seguidor y amigo de músicos reconocidos de la época, recordamos a Otto Vargas, Lubín Barahona, Orquesta “Oro Musical”, Gil Vega, Jorge Duarte y gran admirador de la famosa orquesta de Glen Miller, entre otros.
La gran amistad con ellos y otros músicos, nació en la familia de don Hernán y propia, la idea de establecer una actividad musical-bailable para la población alajuelense.
Doña Olga Ávila, hija de don Hernán, “Candado”, siendo vicepresidenta municipal, propuso el nombre de su papá para integrar, en 1987, la Comisión de Festejos Patrios, dedicados a nuestro Héroe Nacional Alajuelense, Juan Santamaría.
Ya en la Comisión, don Hernán propuso la idea de establecer el baile en la explanada del Parque Juan Santamaría, con la participación de la “Orquesta de Lubín Barahona y los caballeros del ritmo”. El apoyo fue unánime y Candado llevó a la realidad la organización del evento.
El cantante Jorge Duarte y don Hernán, firmaron el contrato del primer baile, recibiendo después el mote de “El baile de la Polilla”. ¿Y por qué ese nombre?
Alajuela y los alajuelenses somos originales. La gente decía que los adultos mayores tenían “polilla”, por sus edades y los músicos eran gente madura, incluso, tocaban sus instrumentos en posición siempre sentados y no de pie.
Don Hernán sobresalió no únicamente por su trabajo de cerrajero, también su otra profesión fue el baile, en todos los bailongos con estas grandes orquestas nacionales, estaba presente.
Hoy, disfrutamos de su gran idea, llueva, truene o tiemble la Tierra. Más aún, ha resistido a la pandemia. Se han suspendido actividades durante varios años, respetando a la agresiva enfermedad y siguiendo los lineamientos de nuestras autoridades de salud, pero el Baile de la Polilla, por más polilla que tenga, llena grandes espacios alajuelenses, especialmente el Parque Juan Santamaría, su sede original, la indicada por don Hernán.
Esta actividad ha sido copiada en otras provincias de Costa Rica y qué bien copiar lo lindo, lo hermoso de una tradición alajuelense, para el disfrute de todos los costarricenses y extranjeros en nuestro suelo.
Lo que poseía de trabajador, fiestero y amigable, lo reflejaba en su buen corazón hospitalario, siempre su casa de adobes y su familia, dieron albergue y pan a los necesitados de la calle, nunca negó solidaridad a sus semejantes, acción que debemos reconocer e imitar.
Recordar a Candado es reconocer siempre el esfuerzo, sabiduría y tenacidad de un hombre trabajador, quién junto a su familia, escribieron una página más a la historia laboral alajuelense; así lucharon los carretoneros, zapateros, las costureras, los sastres, los molineros, panaderos y en este caso, los mecánicos cerrajeros. Por tal razón, es saludable desempolvar estas historias, porque marcaron el esfuerzo y responsabilidad de nuestros humildes trabajadores.
Cuántos ciudadanos pasamos a diario junto al establecimiento de Candado, allí donde nos confeccionan una llave en un minuto, nos arreglan o venden una caja fuerte, nos abren un candado; mientras nos acostumbramos a no valorar esta inmensa tarea e historia, no valoramos nuestras raíces y tradiciones, raíces que sostienen nuestra Patria…
Cerrajería «Candado», desde 1934.
Candado al estilo marinero.
¿Quién no conoce un candado? Según definición de Wikipedia:
«Un candado es un dispositivo de seguridad que se utiliza como cerradura portátil cuando las puertas donde se ubica no permiten colocar una cerradura normal. El candado resulta más barato que una cerradura y es muy fácil de utilizar. Especialmente adecuado resulta cuando algunos cierres de puertas grandes metálicas se cierran con cadenas de acero. Para bloquear ese cierre, se pone el candado y, entrando su gancho por los eslabones de la cadena y cerrando el candado, queda bloqueada la puerta. Para desbloquear o abrir un candado se utiliza una llave normal de acero, aunque hay algunos que se abren mediante el juego de claves que se introducen en el sistema de cierre que permiten una alineación del cierre y por tanto su apertura. A veces estos candados permiten reprogramar la clave cada vez que se utilizan».
Polilla: Que existe desde hace mucho tiempo. A la ropa y madera se le mete este bichillo o palomita minúscula y hace parecer que las cosas son de mucha edad.
Establecimientos en Alajuela, Centro.
Hoy, Candado, las nuevas generaciones, se moderniza.
