Archivo para octubre 2020

Calero, porteño en el corazón alajuelense   Leave a comment

Boca de pezuña de cerdo y arroz guacho, dos, entre muchos platillos de la cocina del establecimiento de Calero, el bar especialista en deliciosas “bocas”.

Por una ventana, el cliente formaba fila para adquirir las delicias del “Bar Calero”, en manos de “Mingo” y “Sabanilla” (Joaquín García) éste, quien elaboraba el mejor arroz del Planeta, junto a los famosos y perseguidos platillos.

Pero antes de seguir con el trabajo en Alajuela, es bueno indicar que Calero antes de ingresar a suelo alajuelense, ya traía en sus maletas la experiencia en el manejo de bares, iniciando con gran éxito la labor en un establecimiento muy popular, ubicado en el Mercado Municipal de Puntarenas, allá por los años sesenta. Sacó de sus pertenencias la experiencia e inició labores en esta bendita tierra.

Calero estaba ubicado diagonal a la esquina sur-este de la Estación del tren al Pacífico, en el corazón de Alajuela, hace más de medio siglo, en una edificación construida en adobes y bahareques. Otra dirección por calles y avenidas, Calle 6, entre Avenidas 2-4.

Afirman algunos clientes que en Alajuela existía un bar también muy conocido por la gente, con el nombre “La porteñita”, propiedad de don León Jiménez, nombre dedicado a la provincia de Puntarenas o dama porteña,  diagonal a la estatua de Juan Santamaría.

Calero continuó con el mismo nombre a su establecimiento, pero la comunidad  y sus clientes, siguieron la costumbre de llamarlo por su apellido, CALERO, puntarenense muy compenetrado y comprometido con el pueblo alajuelense. 

Ya pasaron varias décadas y hasta la fecha permanece un rótulo (foto) donde se indica el nombre del bar o cantina y su especial cocina.

Siempre su fama, esté donde esté ubicado, ya sea con otros propietarios también excelentes, es punto de referencia para la movilización y localización de algún punto específico, en Alajuela.

Un propietario, después de Calero, citamos a don Fernando, gran seguidor del equipo rojo y negro de la Liga Deportiva Alajuelense. Dice la historia que tenía la costumbre o sello propio, cerrar el establecimiento a las nueve de la noche, en vísperas de la Navidad, declarando con los que estaban presentes, “cantina libre”. Muchos no hemos estado en ese momento, pero es fácil imaginar el jolgorio navideño con cerveza escarchada y bocas a todo dar.

Eso sí, de una cosa nadie podía escapar, estuviera en el Bar Calero, en la barra, o simplemente el paso por el frente o acera del lugar, la “atracción o provocación” producida por los exquisitos olores salidos de la famosa cocina. Trabajadoras vecinas del bar, compraban las “bocas” para la hora del almuerzo. Y recordamos algunos comercios vecinos: ferretería de Jorge Delgado, mueblería de Noé, fábrica de colchones de paja de Consuelo Bolaños, cantina “La media noche” del Gordo y otros.  

Otros ciudadanos afirman que venir de otro lugar fuera de Alajuela y no conocer el bar y a don José Calero, significaba no estar en Alajuela o no conocer Alajuela, tanta la fama ganada durante tantos años.  

Y sigamos con los sabrosos aromas. Los producían la pezuña de chancho que era la boca estrella o platillo más famoso perseguido por los clientes de adentro en la barra o de pie en la ventanilla, el arroz “guacho”, frijoles cubases con pellejo de cerdo, arroz con carne, lengua en salsa, carne en salsa, carne con elote, sustancia de carne molida con cebolla y buen chile, de las apetecidas “chileras” del negocio o bar, olla de carne especial para levantar a cualquiera, chuchecas, sangría, chicharrones, morcilla y más delicias, preparadas por los famosos cocineros.

Hoy, Bar Calero, es muy visitado, ambiente tranquilo, local remodelado, precios cómodos y siempre con ricas bocas.

Una dama contó esta anécdota: “Estaba embarazada y me antojé de frijoles blancos con pata de cerdo; mi esposo llevó una tacita y mientras disfrutaba de una cerveza, me trajo la “boquita”  y solución al antojo…” 

Si en el pasado visitar a Calero fue apto para quitar más de un antojo probando una o varias de las bocas o para pasar un rato tranquilo, hoy, no está malo darnos una vueltita  y probar…

¡Muchas gracias, don José Calero y sus trabajadores, por darnos esta historia laboral, escrita con trabajo y sacrificio por Ustedes!

Nota: Los datos consignados en esta breve reseña histórica, son del testimonio oral del ciudadano. Si es necesario ampliar, modificar o quitar algún dato erróneo, se hace para enriquecer este tema de ejemplo laboral iniciado por don José Calero, el de las bocas especiales…

Foto 21 03 2021

Publicado octubre 29, 2020 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Pulpería «El periquito»   Leave a comment

No precisamos cómo nació el nombre del famoso establecimiento – un ciudadano indica su origen por la gran cantidad de pericos todas las tardes en las palmeras de la Catedral de Alajuela y en el Parque Palmares – , pero sí conocemos cómo se convirtió en un sitio de reunión de todas las clases sociales y profesionales. Y, desde luego, un sitio para comprar diferentes artículos, desde confites hasta repostería, deliciosas enchiladas calientes, bollitos de pan blanco; incluso, algunas bebidas alcohólicas porque desde su inicio nació como “Pulpería-cantina”, sistema usual en esos tiempos, hace muchas, muchas décadas.

Don Enrique Herrera, inauguró esta pulpería y cantina, ubicada en la esquina donde estuvo otro gran establecimiento comercial muy conocido e histórico, las “Hamburguesas Don Hernán”, costado norte de la Catedral de Alajuela. Al dejar don Enrique el establecimiento, lo adquirió y lo ubicó en otro lugar, su asistente, actualmente cuatrocientos metros norte de la Tienda Francisco Llobet, otro emblemático comercio, en pleno corazón de nuestra linda Alajuela.

En este nuevo punto, funcionó únicamente como “Pulpería o abastecedor”, eso sí, siempre manteniendo el nombre “El periquito”, como sacado de un libro de cuentos infantiles; luego bajo la administración de don Ronald Molina Marín y sus hijos Mariano y Cali, desde mil novecientos ochenta y tres (1983). Con ellos y la participación femenina, hombro a hombro, doña Nora, la abuela Nora, trabajadora hasta muy avanzada edad, incansable en el vuelo de los pericos por el buen funcionamiento de la pulpería, muy de mañana, con Ronald, abría la puerta del establecimiento. Su particular servicio al cliente fue aceptado y respetado, a como fuera.

Llevar control de las cuentas, ingresos, gastos y compras. Todo lo hacía con números y apuntes a «pura mente», sin aparatos electrónicos, todo a puro cerebro, como decimos popularmente. Y si aparecía algún amigo de lo ajeno, perseguía con envases vacíos de refrescos o botellas, a quiénes metían las manos en la mercadería de «El periquito», con la intención de llevar sin pagar. Y se armaba de su buena tajona por si había que «tajonear» a quien irrespetara el trabajo transparente de su familia.

Y si era firme en repeler a los «ladroncillos» de mercadería de El Periquito; tenía su tacto amable y paciente para los menores de edad cuando olvidamos los «mandados» de nuestra madre: «Tranquila, tranquila, piense, piense que hay tiempo para todo…» Con esa paciencia y ternura, rápido recordábamos el encargo.

Y como en Alajuela el apodo es fundamental y nadie escapa, a don Ronald lo bautizó el pueblo como “Perico”, por esa malicia del alajuelense, siempre presente, siempre fiel a su periquito.

Hoy, el título de “pulpería”, va desapareciendo para dar espacio a los”mini-super, super mini, abastecedor” y otros.

Y no es de extrañar que el nombre “Periquito”, venga de las famosas tertulias en este tipo de establecimientos, costumbres de nuestros ciudadanos de antes; en este caso, de la pulpería en Alajuela, posiblemente algún periquito se metió en las tertulias y aprendió a repetir las palabras de sus amigos y conocer los temas candentes y chistosos de los contertulios, con temas de fútbol, críticas a entrenadores y directivos, a gobernadores, alcaldes, políticos, gobiernos, chismes, humor y otras cosas. Y curioso, estos personajes de las tertulias, se consideran “especialistas en todo y por eso tratan de arreglar el Mundo y su país, sentados en una banca o en el suelo, en «dimes y diretes» que se prolongaban pasadas las diez de la noche”, escribe un ciudadano, muy amigo de la periquera. “Y el local se hacía más pequeño, con tantos visitantes tertulianos, en un espacio cerrado y pequeño, hasta con veinte personas apiñadas. (Aclaramos, antes de la llegada de la pandemia a nuestro Planeta). “No me explico cómo cabían”, nos cuenta don Carlos Solórzano, vecino de “El periquito”, mientras don Ronald con su carácter jocoso mantenía al grupo todos los días, especialmente los fines de semana y domingos”.

Vecinos y amigos nos hacen llegar lindos recuerdos de estas tertulias y señalan a varios integrantes en “El periquito”. Citan a la plana mayor: Dr. Chinchilla Rojas, Anacín, Freddy, Max Peseto, Baró, Trigo, Moiso, Cachetes, Ti, Archie, Miguel Aguilar, Memo Salas, Dr. Benavente, Parioli, Manuel González, Polaco Vargas, Ronaldiño, Piquín, Penca, Malí, Papo Soto, Anderson Web, lcdo Marío Pérez y muchos más. Entre los muchos más, Carlos Torres y su hermano, Rolo, Licho, Arcenio, Checa Álvarez, Tani, Rodrigo Blanco, Chichí, Pepo, Parris, Jorge Laurent, Jaramillo, Jojoles, Iván Oreamuno, Miranda, Ché y el torero alajuelense Chino Zamora. ¿Cuántos más? Imaginamos las historias salidas de las tertulias….

Por el conocimiento que tienen ciudadanos alajuelenses del lugar mencionado, sin duda, “El periquito” del ayer y el de hoy, son como otros famosos establecimientos del ayer, Patrimonio Alajuelense. El periquito, es de todos. Por eso es importante el recuerdo y rescate de estos establecimientos comerciales y familiares.

Las actuales y futuras generaciones ya no contarán con estos establecimientos de “puro pueblo” y vecindad y, de ahí, hoy tratamos de rescatar su historia, lo que cuentan sus administradores, clientes y vecinos.

El presente texto se toma del testimonio oral y escrito de algunas voces de las comunidades quiénes recuerdan muy bien a “El periquito”. Amigo lector de esta sección: estos temas y recuerdos hacen grande a nuestras familias trabajadoras, pueblo y Nación. Se hace Patria con su existencia y utilidad a los pueblos. Escriba Usted una página más y hagamos historia y Patria. “El periquito” necesita que hablemos de él, de su rica historia laboral y familiar…

Nota: texto sujeto a cambios, ampliaciones o correcciones.

Publicado octubre 13, 2020 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Pulpería de don Napo   Leave a comment


La pulpería o comisariato «La Minita», de don Napoleón Quesada, Don Napo, una edificación antigua de madera por los cuatro costados, incluso su piso, ubicada al costado Este de la Escuela Juan Rafael Meoño Hidalgo, en Concepción El Llano, Alajuela, Costa Rica. C.A (Diagonal esquina sur-oeste de la Plaza de Concepción El Llano); tenía una banca larga, también en madera, para sus clientes, donde disfrutamos bollitos o manitas de pan salado con un pedazo de salchichón y refrescos de sirope kola y los deliciosos «lecheros», preparados con leche y sirope.


Estas ricas bebidas se combinaban con «tosteles» que eran bocadillos o repostería, cada uno con su nombre: gatos, polvorones, acemitas y las deliciosas cuñas, siempre teñidas de rojo y cubiertas con granitos de azúcar. Además, melcochas de leche y otros sabores, sin olvidar las de marca «Estrella» con premios indicados al reverso del papel, confites de mora de cinco por cinco céntimos, de mantequilla y gomitas. Eran los más populares, pero otros eran más finos, recordamos los coquitos, turrones, milanes, marcianitos, sorbetos con mermelada tricopilia, las galletas familia, papas tostadas, cartuchos con sorpresas, cocadas, pan, frijoles, arroz, leche, huevos, bolitas de cacao para elaborar el delicioso chocolate, helados de guayaba, éstos, a cinco céntimos y los famosos «apretados» de sirope, a diez céntimos. También tenía a disposición para niños y adultos, lindos barriletes o papalotes, para hacerlos volar y disfrutar, especialmente, en la plaza de la comunidad y otros espacios, trompos, yoyos y bolinchas (bolitas de vidrio), elementos muy utilizados en la niñez de hace muchas, muchas décadas.


Y teníamos derecho a comprar el «diario» de la casa: veinticinco gramos de margarina, dos onzas de fideos, un «cuarto de libra» de azúcar o de galleta dulce, una manita de melcochón, media docena de huevos, medio litro de natilla casera, un cuarto de botella de sirope y más productos necesarios para nuestra alimentación y hogar. Y don Napo agregaba la «feria» por la compra.


Recuerda don Luis Oconitrillo, su niñez en mil novecientos cincuenta y siete, en primer grado de la Escuela Juan Rafael Meoño Hidalgo, disfrutando del refresco de sirope con una «cuña». Y don Gerardo Quirós dice tener aún presente el olor de esa pulpería, ya en sus sesenta y un años de vida, inolvidables momentos de su niñez y juventud.


En este popular negocio, era aplicable el sistema de la «feria» y el «fiado». Por cada compra nos daba de feria un confite con sabor a «mora», si la compra se pagaba de inmediato. El fiado, consistía en «pagar después», esta condición lo anotaba en una libreta y, generalmente a fin de mes, el cliente debía integrar el dinero adeudado por sus compras, sin interés. Eso sí, el cliente de fiado tenía que esperar en la banca de madera, tres clientes de contado, por aquello de la suerte en las ventas del día, un requisito exclusivo en el establecimiento de don Napo. Todo el mundo se adaptaba a este reglamento. Lo justo fue que todos tuvimos acceso a la mercadería de su pulpería, famosa por el excelente trato, respeto y confianza, del dulce y cariñoso abuelito.

Los niños estudiantes de la escuela vecina, hoy Escuela de Enseñanza Especial «Marta Saborío Fonseca», conocimos muy bien a don Napo, gran amigo de toda la comunidad.


Estas anécdotas son tomadas del testimonio oral de vecinos de esta linda Comunidad, Concepción El Llano, Alajuela.
¿Qué recuerda Usted del histórico establecimiento comercial de Don Napo? Espero su participación para ampliar esta inolvidable historia de nuestro barrio…

Publicado octubre 3, 2020 por José Manuel Morera Cabezas en Historias