Pulpería de don Napo   Leave a comment



La pulpería o comisariato «La Minita», de don Napoleón Quesada, Don Napo, una edificación antigua de madera por los cuatro costados, incluso su piso, ubicada al costado Este de la Escuela Juan Rafael Meoño Hidalgo, en Concepción El Llano, Alajuela, Costa Rica. C.A (Diagonal esquina sur-oeste de la Plaza de Concepción El Llano); tenía una banca larga, también en madera, para sus clientes, donde disfrutamos bollitos o manitas de pan salado con un pedazo de salchichón y refrescos de sirope kola y los deliciosos «lecheros», preparados con leche y sirope.


Estas ricas bebidas se combinaban con «tosteles» que eran bocadillos o repostería, cada uno con su nombre: gatos, polvorones, acemitas y las deliciosas cuñas, siempre teñidas de rojo y cubiertas con granitos de azúcar. Además, melcochas de leche y otros sabores, sin olvidar las de marca «Estrella» con premios indicados al reverso del papel, confites de mora de cinco por cinco céntimos, de mantequilla y gomitas. Eran los más populares, pero otros eran más finos, recordamos los coquitos, turrones, milanes, marcianitos, sorbetos con mermelada tricopilia, las galletas familia, papas tostadas, cartuchos con sorpresas, cocadas, pan, frijoles, arroz, leche, huevos, bolitas de cacao para elaborar el delicioso chocolate, helados de guayaba, éstos, a cinco céntimos y los famosos «apretados» de sirope, a diez céntimos. También tenía a disposición para niños y adultos, lindos barriletes o papalotes, para hacerlos volar y disfrutar, especialmente, en la plaza de la comunidad y otros espacios, trompos, yoyos y bolinchas (bolitas de vidrio), elementos muy utilizados en la niñez de hace muchas, muchas décadas.


Y teníamos derecho a comprar el «diario» de la casa: veinticinco gramos de margarina, dos onzas de fideos, un «cuarto de libra» de azúcar o de galleta dulce, una manita de melcochón, media docena de huevos, medio litro de natilla casera, un cuarto de botella de sirope y más productos necesarios para nuestra alimentación y hogar. Y don Napo agregaba la «feria» por la compra.


Recuerda don Luis Oconitrillo, su niñez en mil novecientos cincuenta y siete, en primer grado de la Escuela Juan Rafael Meoño Hidalgo, disfrutando del refresco de sirope con una «cuña». Y don Gerardo Quirós dice tener aún presente el olor de esa pulpería, ya en sus sesenta y un años de vida, inolvidables momentos de su niñez y juventud.


En este popular negocio, era aplicable el sistema de la «feria» y el «fiado». Por cada compra nos daba de feria un confite con sabor a «mora», si la compra se pagaba de inmediato. El fiado, consistía en «pagar después», esta condición lo anotaba en una libreta y, generalmente a fin de mes, el cliente debía integrar el dinero adeudado por sus compras, sin interés. Eso sí, el cliente de fiado tenía que esperar en la banca de madera, tres clientes de contado, por aquello de la suerte en las ventas del día, un requisito exclusivo en el establecimiento de don Napo. Todo el mundo se adaptaba a este reglamento. Lo justo fue que todos tuvimos acceso a la mercadería de su pulpería, famosa por el excelente trato, respeto y confianza, del dulce y cariñoso abuelito.

Los niños estudiantes de la escuela vecina, hoy Escuela de Enseñanza Especial «Marta Saborío Fonseca», conocimos muy bien a don Napo, gran amigo de toda la comunidad.


Estas anécdotas son tomadas del testimonio oral de vecinos de esta linda Comunidad, Concepción El Llano, Alajuela.
¿Qué recuerda Usted del histórico establecimiento comercial de Don Napo? Espero su participación para ampliar esta inolvidable historia de nuestro barrio…

Publicado octubre 3, 2020 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

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