Archivo para la categoría "Historias"

Pulpería «El periquito»   Leave a comment

No precisamos cómo nació el nombre del famoso establecimiento – un ciudadano indica su origen por la gran cantidad de pericos todas las tardes en las palmeras de la Catedral de Alajuela y en el Parque Palmares – , pero sí conocemos cómo se convirtió en un sitio de reunión de todas las clases sociales y profesionales. Y, desde luego, un sitio para comprar diferentes artículos, desde confites hasta repostería, deliciosas enchiladas calientes, bollitos de pan blanco; incluso, algunas bebidas alcohólicas porque desde su inicio nació “Pulpería-cantina”, sistema usual en esos tiempos, hace muchas, muchas décadas. Don Enrique Herrera, inauguró esta pulpería y cantina, ubicada en la esquina donde estuvo otro gran establecimiento comercial muy conocido e histórico, las “Hamburguesas Don Hernán”, costado norte de la Catedral de Alajuela.Al dejar don Enrique el establecimiento, lo adquirió y lo ubicó en otro lugar, su asistente, actualmente cuatrocientos metros norte de la Tienda Francisco Llobet, otro emblemático comercio, en pleno corazón de nuestra linda Alajuela.En este nuevo punto, funcionó únicamente como “Pulpería o abastecedor”, eso sí, siempre manteniendo el nombre “El periquito”, un nombre como sacado de un libro de cuentos infantiles; luego bajo la supervisión y administración de don Ronald Molina Marín y sus hijos Mariano y Cali, desde mil novecientos ochenta y tres (1983). Con ellos y la participación femenina, hombro a hombro, doña Nora, trabajadora hasta muy avanzada edad, incansable en el vuelo de los pericos por el buen funcionamiento de la pulpería, muy de mañana, con Ronald, abría la puerta del establecimiento. Su particular servicio al cliente fue aceptado y respetado. Llevar control al día las cuentas, ingresos, gastos y compras. Todo lo hacía con números y apuntes a «pura mente», sin aparatos electrónicos, todo a puro cerebro, como decimos popularmente. Y si aparecía algún amigo de lo ajeno, perseguía con envases vacíos de refrescos o botellas, a quiénes metían las manos en la mercadería de «El periquito», con la intención de llevar sin pagar. Y se armaba de su buena tajona por si había que «tajonear» a quien irrespetara el trabajo transparente de su familia. Su servicio al cliente fue aceptado y respetado, a como fuera. Y como en Alajuela el apodo es fundamental y nadie escapa, a don Ronald lo bautizó el pueblo como “Perico”, por esa malicia del alajuelense, siempre presente, siempre fiel a su periquito. Hoy, el título de “pulpería”, va desapareciendo para dar espacio a los”mini-super, super mini, abastecedor” y otros. Y no es de extrañar que el nombre “Periquito”, venga de las famosas tertulias en este tipo de establecimientos, costumbres de nuestros ciudadanos de antes; en este caso, de la pulpería en Alajuela, algún periquito se metió en las tertulias y aprendió a repetir las palabras de sus amigos y conocer los temas candentes y chistosos de los contertulios, con temas futboleros, críticas a gobernadores, alcaldes, políticos, gobiernos, chismes, humor y otras cosas. Y curioso, estos personajes en tertulias, se consideran “especialistas en todo y por eso tratan de arreglar el Mundo y su país, sentados en una banca o en el suelo, en dimes y diretes que se prolongaban pasadas las diez de la noche”, escribe un ciudadano. “Y el local se hacía más pequeño, con tantos visitantes tertulianos, en un espacio cerrado y pequeño, hasta 20 personas. (Aclaramos, antes de la llegada de la pandemia y el virus en nuestro Planeta). “No me explico cómo cabían”, nos cuenta don Carlos Solórzano, vecino de “El periquito”, mientras don Ronald con su carácter jocoso mantenía al grupo todos los días, especialmente los fines de semana y domingos”.Vecinos y amigos nos hacen llegar lindos recuerdos de estas tertulias y señalan a varios integrantes en “El periquito”. Recuerdan a la plana mayor: Dr. Chinchilla Rojas, Anacín, Freddy, Max Peseto, Baró, Trigo, Moiso, Cachetes, Ti, Archie, Miguel Aguilar, Memo Salas, Dr. Benavente, Parioli, Manuel González, Polaco Vargas, Ronaldiño, Piquín, Penca, Malí, Papo Soto, Anderson Web, lcdo Marío Pérez y mucho más. Entre los muchos más, Carlos Torres y su hermano, Rolo, Licho, Arcenio, Checa Álvarez, Tani y el torero alajuelense Chino Zamora. ¿Cuántos más? Imaginamos las historias que pueden contar. Por el conocimiento que tienen ciudadanos alajuelenses del lugar mencionado, sin duda, “El periquito” del ayer y el de hoy, son como otros famosos establecimientos del ayer, Patrimonio Alajuelense. El periquito, es de todos. Por eso es importante el recuerdo y rescate de ellos. Las actuales y futuras generaciones ya no contarán con estos establecimientos de “puro pueblo” y vecindad y, de ahí, hoy tratamos de rescatar su historia, lo que cuentan sus administradores y clientes…El presente texto se toma del testimonio oral y escrito de algunas voces de las comunidades quiénes recuerdan muy bien a “El periquito”.Amigo lector de esta sección: estos temas y recuerdos hacen grande a nuestras familias trabajadoras, pueblo y Nación. Escriba Usted una página más y hagamos historia y Patria. “El periquito” necesita que hablemos de él, de su rica historia laboral y familiar…Nota: texto sujeto a cambios, ampliaciones o correcciones.

Opiniones en redes sociales:

  • 40 años de existencia
  • Diagonal al Bar El resbalón
  • En las mañanas los «chicheros» hacían fila para comprar la 1/4 de vodka o Cacique
  • Lindos recuerdos de mi infancia
  • Sito obligado de paso a la salida de la escuela
  • 400 metros norte Tienda Llobet
  • La mejor seña o dirección para los taxistas..

Publicado enero 25, 2023 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Santa Cecilia y doña Mary   Leave a comment

Siempre Santa Cecilia ha acompañado a doña Mary, doña María Isabel Cordero Rodríguez, durante más de 47 años. Casi medio siglo administrando el Abastecedor que lleva el nombre de una Santa. Ubicado trescientos metros Sur, entrada Este, Estadio Alejandro Morera Soto, en Alajuela. (Concepción El Llano).

Originalmente, el dueño de este reconocido establecimiento comercial lo fue don Rafael Mora, quién por ser devoto de la Santa, así lo bautizó, hasta nuestros tiempos.

Imagen pertenecía a don Rafael Mora.

Hace unos años, su hija Margarita, especialista en la elaboración de deliciosas cajetas con leche «pinito», queques y ricas comidas, ha colaborado en la atención al público; igual, su hijo Juan Carlos Campos, «Caos», durante 17 años, pero el mayor tiempo del casi medio siglo, se la ha jugado solita.

Y otra especialidad es la venta del mejor salchichón, con chile y sin chile, elaborado en Desamparados de Alajuela.

Años después, don Rafael Mora vendió el negocito a don Victorino Saborío, mientras doña Mary lo administró durante 3 años, hasta ser propietaria.

Cuenta que muchos niños y chiquitas visitaban el lugar a comprar sus «cositas» y mandados de sus hogares. Ayudaba a los menores a cruzar la calle, les daba consejos para evitar algún accidente. Se esmeraba por la salud de sus clientes y llegaran bien a sus hogares.

Hoy, aquellos niños y niñas, dice, son profesionales, padres de familia, abuelos y nunca la olvidan, visitándola, recordando anécdotas porque la atención fue especial, muy fina, respeto, transparencia y seguridad para todos los chiquillos.

Por esa condición, muchos la han catalogado como una madre para ellos, por ser consejera y amorosa.

Recuerda a «Chispita», dice, ella le puso el apodo porque destacó por ser un niño muy «chispa y descobijado», como decimos popularmente.

Las paredes del pequeño establecimiento, junto a marcas comerciales de productos a la venta, vemos imágenes religiosas católicas, de familiares, deportistas y algunos objetos. Muy característico en estos populares establecimientos, antes llamados «pulperías».

A doña Mary siempre la vemos atendiendo a sus fieles clientes, a agentes vendedores de productos; incluso la vemos sentadita en un banco de madera, por lo general casi siempre acompañada de vecinos, amistades. Y la vemos también mostrando sus colores deportivos, vistiendo los colores que ama, el rojo y negro de su querida Liga. (Liga Deportiva Alajuelense, equipo de fútbol tradicional en Costa Rica).

Si Usted conoce más anécdotas del abastecedor y de doña Mary, cuéntelo en esta sección. Así enriquecemos este recuerdo de una gran señora que no le afloja al trabajo, a sus 83 años, llueva, haga frío, mucho calor o pierda la Liga, ejemplo para la Comunidad Concepción El Llano de Alajuela y otras comunidades.

¡Gracias, doña Mary, Santa Cecilia y todos los Santos serán siempre sus guías, porque Usted sirve a la Comunidad con mucha atención, amor y ejemplo!.

Concepción El Llano, 29 10 2022

Nota:

Un dato que da un vecino de esta comunidad llanera, dice que de este establecimiento salió la idea de formar un equipo de fútbol, en «terceras divisiones» de Costa Rica, con el nombre SANTA CECILIA F.C, dirigido por don Lipe Soto. Un gran grupo de jóvenes que se enfrentaron a otros grupos de futbolistas, como el Fluminense F.C, Los Higuerones F.C y Villa Hermosa F.C.

Doña Mary a una consulta sobre el tema, no recuerda esta situación o sucedió antes de tomar el trabajito que hoy desempeña.

Amigo lector, ¿Conoce ese dato histórico?

Datos suministrados por familiares del señor Rafael Mora y su pulpería o comisariato:

Dice Olguisma Hernández, nieta, que en tiempos de la pulpería de don Rafael elaboraba helados o «apretados» con leche empolvo o leche condensada, o ambos, en vasos metálicos, dorados, verdes y rojos, y allí mismo disfrutaban vecinos, familiares y clientes.

En las mañanas se vendía: una onza de mantequilla o jalea de guayaba, natilla, leche en botellas de vidrio, tortillas caseras recién palmeadas por la abuela.

A las 6 pm o 6:30, cerraban la pulpería y de inmediato se daban a la tarea de empacar libras de arroz, frijoles, azúcar que se guardaban en un cajón grande que servía de asiento para las tertulias.

Después mi abuelito Rafael vendió la pulpería y no volví a entrar… (Datos tomados en Facebook, en respuesta al artículo dedicado a doña Mary. 10 2022.

Elena Mora: Don Rafael y doña Margarita manejaron la pulpería por muchos años. También don Armando Mora, su padre. Un lugar de charlas por las tardes de verano, libretas llenas de compras fiadas que se pagaban mensualmente y allí mismo se volvía a renovar la libreta de compras.

Publicado octubre 30, 2022 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

SU CUCHUFLETA CENTER   Leave a comment

“Cuchufleta” significa algo que produce risa, gracioso; también se define como cosa insignificante, de poca importancia, según se utilice en varios países.

Por cuchufleta entendemos chirigota, chanza, burla, chiste.

La cuchufleta de Concepción El Llano, Alajuela, Costa Rica, es única en Costa Rica y el Mundo. En este populoso barrio, ocupa un espacio de una casita de madera, ubicada costado Oeste de la Plaza Carlos Luis Fallas, Calufa o Plaza de El Llano. Su propietario, don Marcelino Delgado, ex jugador de fútbol y hoy con 79 años de edad, dedicado a realizar “fletes” con su camioncito, muy conocido en Alajuela por su excelente servicio y honradez.

Cuenta a los visitantes del lugar que la idea nació cuando laboraba en una empresa de transporte de mercaderías: tenía que mover una pesada caja y el compañero le indicó que la moviera en forma de cuchufleta, haciendo algunos movimientos con su cuerpo. Esto le motivó a bautizar el sitio o garaje de su casa con el nombre “Su cuchufleta Center”, escrito en madera y con letras blancas.

Recuerda perfectamente a muchos personajes, anécdotas, asuntos de su trabajo, mascotas, apodos y más, propios del lugar. Afirma que “Su Cuchufleta Center” es el Club de la barra llanera. Algunos personajes ya fallecidos y visitantes actuales pasan por su mente:

Guaco Mallía, Mamulo, Coqui Rojas, My Frend, Pequis, MacKoy Ramírez, Memo Rosquete, Loco Molina, Paco Herradura, Memo Botellas, Memito Sibaja, Nancy, Silvia, Iris Peñaranda, Doña Mery, Cuco Oviedo, Tito Torres, Banano, Cangreja, Nano Arrieta, Rigo “Pepo” Zúñiga, Mingo Reyes, Galón, Sabanilla Morera y un montón más de “cuchufletos”, que poco a poco vamos a meter en esta lista.

El mobiliario de la cuchufleta lo conforman, una pantalla de televisión, equipo de sonido, cocinita a gas, sus paredes llenas de fotos deportivas, especialmente de futbolistas, fotografías de otros temas, pensamientos de célebres personajes mundiales, rótulos comerciales, sin faltar mapas de Costa Rica y el Mundo porque don Marcelino es amante de la geografía y la historia y cuenta con la fortuna de su familia que lo invita a visitar varios países del Mundo en cruceros y más.

Amigas de la Cuchufleta

Y si vemos a “Marcelino, Pan y Vino” (el dice que cerveza), como también lo identifican sus amigos y amigas, vestido de “El Zorro”, no se sorprenda. Con su espada y la marca “Z”, defiende a su Cuchufleta y visitantes. También es actor.

Su Cuchufleta Center tiene un conocido distintivo o punto de referencia para su localización, el frondoso y famoso árbol de almendro, siempre mostrando los colores Patrios, Azul, Blanco, Rojo y hasta hace poco meses, mostrando en la copa del árbol, el apoyo a Ucrania en guerra con Rusia, escrito en un cartel de metal: “Costa Rica y la Cuchufleta apoyan a Ucrania”.

Otro elemento que sobresalió en este acogedor lugar, fue su mascota, el perrito “NONIS”, ya fallecido. Nos cuenta don Marcelino que Nonis, como buen alajuelense, tenía también apodo. Por ser completamente negrito o de color oscuro, llevó el sobrenombre “Nube Negra” y de las dos formas entendía a su amo y visitantes.

Un día, sin esperarlo, se armó un “bochinche” en el interior de la Cuchufleta: se enfrentó Nube Negra ante una enorme rata, casi del tamaño de un conejo ya madurito. En la feroz lucha, ambos animalitos pegaban en las paredes de madera, botando sillas, adornos y un espejo, hasta salir a la acera o calle, ambos volando mordiscos y “alaridos”. Los dos salieron triunfadores en la pelea porque la ratota jamás volvió y llegó más tranquilidad en el lugar y el barrio.

Hoy, Su Cuchufleta Center, tiene otra mascota. No tiene apodo, pero su nombre es “ZIZZI”. Dice su amo que la característica de la perrita es que si no escucha el acento de la “Z” en su nombre, no entiende que la cosa es con ella.

En el lugar mencionado, celebran los triunfos de la Liga Deportiva Alajuelense y también sus derrotas, junto a seguidores del Deportivo Saprissa, Herediano y otros. Todos exponen sus argumentos defendiendo el color deportivo, pero nadie sale enemigo ni en guerra. Todos son amigos, vecinos, como debe ser.

Otros temas menores, son la política, la religión, las loterías y algún chisme de la comunidad.

¡Su Cuchufleta Center! , un lugar de tertulia llanera y muy alajuelense…

(Nota: en esta sección aún queda espacio para agregar más historias a este tema).

(La foto grande es propiedad de Killos Zúñiga).

9 10 2022

Publicado octubre 25, 2022 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Barbería Hermanos Lara, 1955 (Historia sujeta a cambios, en construcción).   Leave a comment

Tres hermosas generaciones marcan el inicio y permanencia de la familiar “Barbería Hermanos Lara”, desde mil novecientos cincuenta y cinco.

Manuel Mórux, al centro, con los barberos Rigoberto y Juan Ramón Lara Jiménez.

Sus fundadores, don Rigoberto Lara Jiménez, conocido como “Gato” y su hermano Juan Ramón, “El chino”, iniciaron los preparativos de su establecimiento y profesión para atender la demanda del alajuelense, ubicados en el centro de Alajuela, costado sur del Mercado Municipal.

Un punto estratégico, rodeado de establecimientos comerciales, bares, salones de baile, cafeterías, panaderías, zapaterías, tiendas de ropa, ferreterías, farmacias,  estación o “parada” de autobuses con destino Alajuela-Heredia-Alajuela, algunas líneas hacia distritos y cantones alajuelenses y todo lo que representa el centro de una ciudad.   

Diez o quince años permanecieron en este sector hasta cambiar de sede, frente a Repuestos “Dixon Parts”, propietario don Gilbert Blanco, en el corazón de la ciudad, Avenida 3, Calles 4-6.  

Al construir la casa, se adjudicó un espacio para la barbería al mando de los dos hermanos, quienes trabajaron juntos durante muchos años.

La barbería de los hermanos Lara, sobresalía por el  mayor precio en sus servicios, pero mostraba más calidad  en todo, especialmente en el aseo de toallas, paños, sillas, excelente aplicación del alcohol, cremas, lociones, mantenimiento de sus herramientas y otros cuidados para el cliente.  

Generalmente un servicio costaba 0,25 céntimos de colón, luego pasó a un colón, dos colones cincuenta, hasta hoy en cuatro mil colones. Las tarifas donde Lara eran un poco más altas y aún así, siempre contaron con gran clientela, incluso, muy visitada por deportistas, empresarios, políticos, campesinos y otros sectores con gentes de mejores ingresos económicos y ciudadanos en general.

Los sábados y domingos asistían empresarios y profesionales muy conocidos, citamos a Ángel y José “Chepe” Zamora de “El pedregal”, los Jaikel, familia Llobet e hijos, el abogado César Rojas y deportistas famosos como don Carlos Alvarado, alias “El Aguilucho”, gran portero histórico de la Liga Deportiva Alajuelense (L.D.A) y nuestra Selección Nacional, Roberto Tyrrel  y otros amantes del deporte.  

En ese ambiente, discutían temas políticos, municipales, fútbol, religión, negocios y más temas de la ciudad o el país. Se discutía con calor, cada uno defendía su ideología y sus posiciones con serios argumentos; pero era un ambiente agradable entre amigos y vecinos, todos grandes clientes  de los Lara. Incluso, los hermanos citados se metían entre las discusiones o tertulias. Y posiblemente “cortaban rabo y orejas”, defendiendo lo suyo.

Entre las anécdotas del ambiente acogedor, era normal que cerrada la barbería después de cada jornada, venía el juego de tablero de treinta y dos fichas, al mando de don Carlos Morera, hasta altas horas de la noche, disputando alguna revancha.

Otra, el consumo de manzanas, uvas, mangos, queques, cajetas, helados, refrescos y más comestibles comprados por don Chepe Zamora, en medio de tertulias, discusiones,  chistes y música de guitarras, porque la música no debía faltar.  

Cuenta doña Noemy Barrantes, muy joven en esos momentos, alajuelense, que no era común una estudiante de Universidad sentada en sillas de barberías, pero lo consideraba normal, mientras algunos asistentes hombres lo veían “rarillo”; la estudiante no aceptaba el uso de loción al final del corte de cabello, posiblemente por el aroma varonil; eso sí, encantada con el trato siempre respetuoso y calidad en el trabajo de los barberos y presentes.

Las sillas, gemelas, donde estuvo doña Noemy, tenían la marca japonesa Takara.  Don Rigoberto las compró en un conocido comercio capitalino, “La Granja”,  y su fiador fue don Willy Lizano, de Salsas Lizano, al precio de tres mil colones cada una, con cuotas de cien colones, por mes.

Hoy, estas sillas, están funcionando al mando de la segunda generación de barberos, en la familia Lara. 

Como en toda barbería-peluquería de nuestros pueblos y ciudades, no faltaba la lectura, mientras esperábamos el turno para subir a la silla. Don Rigoberto y don Juan Ramón se esmeraban por tener en una mesita, los diarios, “comics”, revistas femeninas, deportivas, crucigramas, horóscopos y otras, siempre con las mejores atenciones a sus clientes.   

La segunda generación, representada con la barbería y gran profesionalismo de don Rigo Antonio Lara Alpízar, “Rigo Lara”, más conocido así, en Alajuela.

Rigo trabajó con su padre ocho años y al fallecer su gran Maestro, tomó la dirección de la barbería, a los veintisiete años. Sus primeras experiencias se iniciaron, ya solo, frente a la panadería “La moderna”, en el centro de Alajuela. Y por el al alto costo económico de alquileres o locales comerciales, vio la necesidad de ocupar otros lugares, recordamos al sur de la Plaza Iglesias, muy cerca del Templo católico y actualmente, cien metros al Este del Banco Popular, en el centro alajuelense.

En la sede actual, un local esquinero, pequeño, sus paredes interiores con imágenes deportivas nacionales y de otras naciones, sobresalen banderas del Real Madrid, Barcelona F.C, sin faltar los colores rojo y negro de Liga Deportiva Alajuelense. Algunas figuras religiosas, recortes de periódicos mostrando un tema relacionado con la barbería, calendarios y otros. Y en el centro del local, arriba del gran espejo, la foto de su padre, don Rigoberto, siempre presente con su hijo y barbería.   

Su gran Maestro en la profesión de barbería, sin duda también lo orientó por el camino correcto en la vida: persona de bien, educado, respetuoso, trabajador, responsabilidad; incluso bien adiestrado en la manipulación de sus herramientas de trabajo, aseo en ellas, aceitadas y el filo bien asentado para mayor seguridad en el cliente.  

Hoy, Rigo cuenta con una excelente clientela, gente de mucho respeto, jóvenes, adultos mayores, niños, incluso, algunas damas que usan  cabello corto, tipo varonil. Le encanta la conversación, tratar temas varios que comparte con sus clientes, amigos y familias. Dice con orgullo, que los hijos de sus clientes, también son sus clientes.  

La tercera generación representada con una pareja de jóvenes hermanos, hija e hijo de don Rigo: Jesús Alonso Lara Molina, nació en 1992 y María Natalia, en 1993. El muchacho trabaja en “barbería express”, atiende a mujeres y hombres. Su hermana, trabaja en el salón de belleza de su madre, Floria’Studio, en su hogar, Carrizal de Alajuela, especialista en peluquería-maquillador.

Y por ahí, asoma la cuarta generación. Sin duda, una barbería familiar, en nuestro suelo alajuelense…

Herramientas antiguas y nuevas.
«Máquina tijera»

Comentarios:

«Maco Molina usaba esas máquinas. Cobraba 1 colón por el corte de pelo. A nosotros nos reintegraba 0,25 céntimos, o sea, una peseta, hacíamos fiesta con el rebajo».

«Pellizcan o halan el pelo por pasar la máquina muy rápido, y a la hora de aflojar es cuando maltrata un poco, prensa el pelo».

«Recuerdo la barbería de don Luis Morera, estas maquinitas jalaban el pelo, causando cierta molestia».

Alajuela, 02 febrero 2022.

Publicado marzo 6, 2022 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Pin   Leave a comment

Don Carlos Enrique Jiménez Sáurez, hombre amable, bondadoso, noble, gran trabajador, reconocido por su Fe católica, excelente persona, un verdadero personaje alajuelense, el famoso PIN. Bajito de estatura, con corazón de gigante  

Y no únicamente participó en las actividades de la Iglesia, entre ellas el de soldado en las Procesiones católicas, como un auténtico actor de películas; estuvo allí, junto a sus compañeros de los “Caballeros del Santo Sepulcro”, en la Procesión del Silencio, en horas de la noche, donde Pin siempre asistía.

También lo vimos y admiramos ejecutando varios trabajos, arreglando calles, cañerías, pintando las gradas del Estadio Alejandro Morera Soto, misceláneo  y otras obras en la ciudad y pueblos de Alajuela, como funcionario de la Municipalidad local. Un gran trabajador. No se arrugaba por nada.

Participó en muchas actividades deportivas. Gran arquero en el fútbol y su estatura no fue obstáculo porque le iba a todas las bolas, por alto, rasas, de poste a poste, como los grandes, todo lo hacía a puro corazón, como deben actuar todos los deportistas.

Estuvo en competencias de atletismo. Recordamos una de sus intervenciones al realizar la carrera desde un punto de la ciudad Alajuela, hasta la ciudad de Grecia y vuelta al punto de partida, devorando  más de veintiséis kilómetros.

Para estas participaciones que requería muy buena condición física y mental, tomaba la famosa “Calle Ancha” en Alajuela, de casi cuatro kilómetros que encierran el centro de la Ciudad, su pista de entrenamiento, sin faltar la frotadita a base de “Benguey” en todas las actividades deportivas, crema  especial para aflojar músculos, dolor de espalda, esguinces, contusiones y así evitar contratiempos en las carreras de atletismo. 

La frotadita proviene de una anécdota sucedida a Pin. En la famosa Carrera La Gloria, del centro de Heredia al Comercial del Sur, ya casi listos para la salida, el atleta no encontraba en sus pertenencias la mágica crema. Uno de los compañeros de carreras corrió en busca del medicamento y así pudo iniciar la competencia, junto al solidario grupo de corredores alajuelenses. Una lección de verdadero compañerismo, hacia un atleta hecho con esfuerzo y amor al deporte.    

Y de paso, ver en esos tiempos a gente atlética como Pin, era hasta extraño. Él, marcó la pauta, nos enseñó el hábito de hacer ejercicio físico, correr, trotar, caminar o por salud mental. Fue un médico especialista que nos señaló el camino a seguir.  Hoy, vemos a muchas personas, haciendo lo que hacía Pin, para mantener una mejor salud, con la práctica del deporte.

Su fortaleza física, su hermoso corazón en pro de los necesitados, lo hizo colaborar como voluntario, en la Cruz Roja Costarricense y Cuerpo de Bomberos. Así era Pin, nuestro gran amigo manudo.

Pin, un verdadero caballero, un pin clavado en el corazón y recuerdo del alajuelense. Un gran personaje, muy querido por toda la gente.

¡Pura vida, Pin!

Don Carlos Torres y Pin, ambos fallecidos. (foto jmorera)

(Foto jmorera)

Foto redes sociales

Nació 13 10 1942

Def. 18 04 2015.

Publicado enero 16, 2022 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

La carbonera de Ñica   Leave a comment

¿Recuerda cuando nuestros abuelos y padres nos enviaban a los “mandados” de la casa?.

“Vaya a la pulpería de don Napo y me trae lo apuntado en este papel, al Molino de Cayetano por la masa, a la pastelería de don Rubén Güell por los «borrachitos»(tipo de repostería), donde doña Susa por las tortillas, pase por los botones donde Alfredo Rodríguez, por el rollito de culantro en el Mercadito de don Juan Solano…cuidado se queda jugando en la calle”. Así eran las órdenes y mandados, especialmente de nuestra mamá o la abuelita.

Pero… ¿Le tocó ir a comprar carbón para el anafre, el fogón, la parrilla o cocina de su casa? Los anafres, muy utilizados en tiempos pasados, fueron construidos por don David Sibaja en el patio de su casa, aplicando materiales de calidad en ladrillos y varilla de construcción, fuertes y casi indestructibles por más carbón que consumieran todos los días.  Y en el Mercado Central de Alajuela encontraba gran cantidad de clientes.    

En esta anécdota vamos a recordar la venta de carbón, en El Llano de Alajuela.

Todo el mundo conocía la casona de madera donde vendían carbón, aunque no había ningún rótulo; sin preguntar mucho se llegaba al galerón de la casona de un señor conocido como “Ñica”, muy humilde, honrado, trabajador, un gran ejemplo para su familia y vecindad.

Nadie mejor que Daube Gómez Álvarez, su hijo, nos cuenta lo de Ñica y su familia, quiénes instalaron la carbonera: “Don Narciso Álvarez Castro, nuestro abuelo, inició la venta de carbón hace más de medio siglo y para lograrlo alquiló un galerón en quince colones mensuales, en el Barrio Concepción El Llano de Alajuela, muy cerca, a unos cien metros al Este del Estadio Alejandro Morera Soto.

Cuando eso, sigue contando, el “cuartillo” de carbón valía cinco colones, la “cajuela” veinte colones (4 cuartillos) y el “saco” treinta colones (4 cajuelas), en dos clases de carbón: el mejor, obtenido de la madera del roble, daba una “ceniza negra” y la mejor prueba se obtenía al encender el carbón produciendo gran cantidad de chispas. Más duradero, aunque más difícil de encender; contrario al otro carbón, dejaba una “ceniza blanca”, más fácil de encender, pero menos duradero. Esta blancura era el resultado de la madera blanca, al utilizar la madera del guayabo. Algunas personas preferían el carbón de ceniza blanca para evitar el chispero y algún accidente.  

Al fallecer don Narciso, la carbonera pasó a manos de doña Dora Álvarez Azofeifa, su hija, en un galerón detrás de la casa. Al morir doña Dora, la “tradición carbonera” no se apagó porque estaba en manos de verdaderos “robles”, gente de mucho trabajo.

Por último, don Daube Gómez Orozco, Ñica, pensionado, continuó con la tradición, hasta su muerte, hace más de veinticinco años. Con él, la carbonera llegó al final, también ubicada en la misma casita o galerón, muy cerquita del centro deportivo.”

Los clientes habituales de la carbonera llanera, siempre fueron las ventas de comidas, ventas de tortillas caseras, tamales y otros productos, las gentes que “cocinaban” (cocción) el maíz para obtener la masa en el molino y las fiestas con parrilladas; mientras los clientes mayores, eran las fábricas de papas tostadas, entre éstas, “La Libertad”, hoy con más de cincuenta años de existencia, en el centro de la ciudad.

Otros clientes, el Instituto Nacional de Aprendizaje (I.N.A). La Institución tenía un programa del cultivo de orquídeas con “óvulos” traídos de Taiwán para el desarrollo de las plantas y aquí se preparaban los injertos. Se introducían en botellas y al germinar se sacaban con unas pinzas, hasta colocar en cajitas, posiblemente plásticas o de cartón. En el siguiente proceso, se aplicaba un abono muy especial.

El carbón “quebrado” o carbón “menudo”, incluso el polvo del mismo, sirvió de abono al desarrollo de las plantas. Para la carbonera fue muy importante el aporte de un centro educativo de prestigio en la compra de su producto.  

Existió una venta de carbón en el Barrio El Carmen de Alajuela, más pequeña.  Otras, de la esquina sureste del Parque del cementerio, o sea, cincuenta metros sur de Fábrica de billares Punis, la carbonera de Raúl en el barrio Plaza Yglesias y una muy cerca del conocido bar La tacareña, de Zenén Vargas, en el corazón de la ciudad y la de doña Edelmira, diagonal al bar «El barquito», en El Brasil de Alajuela. Todas con su clientela y trabajadores de calidad.  

La carbonera de Ñica, en manos de él y su familia, siempre actuaron con transparencia porque vendieron calidad, sin necesidad de combinar el producto con diferentes clases de carbón. Vendía las dos clases de carbón, pero siempre por separado o a criterio del cliente.  Eso sí, desconfiado porque había detectado que el carbón traído de alguna carbonera, allá en el Cerro de la Muerte, mezclaban el producto.

Por tal razón, “zarandeaba” cada saco para verificar que no entrara a su  galerón, carbón quebrado con carbón entero. Prefería perder, pero al cliente le entregó calidad, aunque por allá, le metieron en el saco “gato por liebre”, como decimos en el pueblo.

Y del trabajo de las carboneras, nacieron otros personajes. No debemos olvidar la función de don Rafael Ángel Ballestero Oconitrillo, conocido en Alajuela con varios sobrenombres, “Tirimbumbia”, «El árabe» y el “Negro Ña”, nació en el año mil novecientos veintiséis, alajuelense de nacimiento, vecino de «Los Higuerones». Utilizaba un carretillo de madera para trasladar diariamente los “encargos” de carbón provenientes de casas de habitación y establecimientos alajuelenses; incluso, fuera del perímetro de la ciudad, citemos La Guaria y San Martín de Canoas y otras comunidades.

También, su carretillo era apto para transportar «diarios» (el tradicional diario estaba conformado de varios artículos para el hogar, granos, dulce de tapa, harinas, queso, sal, café, pan, avena, cacao, manteca, siropes, azúcar, algún licor o vino, etc) desde el Mercado Central de Alajuela a casas de habitación indicadas por el comprador; sin faltar el traslado de cajas con licor a algunos establecimientos llamados bares y «pulperías-cantinas», muy propias de esos tiempos.        

Por el momento, no sabemos el origen y significado de algunos de sus sobrenombres, pero sí conocimos su humildad, muy servicial, de baja estatura, piel oscurita, descalzo, no utilizaba camisa para el trabajo portaba siempre un saco de manta amarrado a su cintura y un simulacro de turbante, por lo que gente también le decía «El árabe», un gran trabajador. 

Tan trabajador que hasta se apuntaba a construir los huecos en el cementerio de Alajuela, con la ayuda de un amigo a quién le decían «Patas sucias». «Tirimbumbia» nunca le hizo mala cara al trabajo. Por eso destacamos su persona y parte de su vida, su esfuerzo, para ganar el sustento diario.

Nos cuenta Daube: “mi papá tenía de cliente a un señor de Estados Unidos, vecino en Sabanilla de Alajuela. Acostumbraba en su finca hacer fiestas con invitados de su país y nacionales empleados de la finca, sin faltar las parrilladas y otros platillos. Llegó al barrio El Llano y preguntó por Ñica pero éste ya había fallecido y el “gringo” no lo sabía. El cliente lamentó muchísimo la situación, lo mismo la familia, al sentir el dolor del extranjero.

¡Sí, don Daube ya no está en la carbonera!. Ya no muestra sus manos, delantal y ropas envueltas con el polvo negro del carbón. Los sacos, el carbón, los cuartillos y las cajuelas (implementos construidos de un latón fuerte) son recuerdos de nuestra historia laboral alajuelense y por eso, hoy recordamos a la carbonera y emprendedores, con mucha nostalgia…  

El Llano, Alajuela, 26 noviembre 2021.

Glosario:

Anafre: Hornillo portátil que hace la función de los quemadores de una estufa. Generalmente se alimenta de carbón o leña.

Pulpería: Establecimiento comercial típico de las distintas regiones de Hispanoamérica. Proveía lo necesario para la vida cotidiana: comida, bebidas, velas, carbón, remedios, telas y otros. Era el centro social de las clases sociales humildes y medias de la población. Allí se reunían los personajes típicos de cada región a conversar y enterarse de las novedades del pueblo.

Gato por liebre: Cuando hay un engaño de manera deliberada, con total intención al dar un artículo o prestar un servicio diferente, con menos calidad a la acordada.

Zarandear: Mover una cosa de un lado a otro con rapidez y energía.

Carbonera: La que vende carbón o espacio, un galerón, para depositar carbón.

Cajuela: Unidad de medida. Se divide en 4 cuartillos.

Cuartillo: Unidad de medida.

I.N.A: Instituto Nacional de Aprendizaje, centro educativo de Costa Rica, Centroamérica.

Guayabo: Madera dura, excelente para leña y mangos de herramientas. Color pardo claro.

Diario: conjunto de alimentos para el hogar.

NOTA: Esta historia no está actualizada. Sí, en la llave Data.

¿Cómo se logra el carbón?

(Tomado de Wikipedia, la enciclopedia libre)

La carbonera se forma de modo artesanal colocando los troncos de leña en forma de cono y cubriéndolos con una capa de tierra de unos 20cm de grosor. En la parte superior del horno se practica una chimenea y se hacen respiraderos en la base para avivar el fuego. Se introducen brasas por la chimenea y se alimenta con tacos de madera regularmente, llevándose a cabo la combustión en ausencia de oxígeno. Transcurridos unos 20-30 días, los troncos de madera se han reducido a carbón.

 

Publicado diciembre 4, 2021 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Don Memo Molina, el ebanista alajuelense   Leave a comment

Nombrar a don Guillermo “Memo” Molina Vásquez, el ebanista, es como estar hablando del roble, guayacán o el pochote.

“Don Guillermo está pochotón, es tan fuerte como el roble, es un guayacán”, dice la gente del gran trabajador alajuelense, nacido hace noventa y seis años.

Y, no únicamente comparar su fortaleza física con finas y fuertes maderas, es un ejemplo del significado de envejecer con elegancia, gozando de muy buena salud física y mental, ejemplo de tenacidad y grandes valores morales, cristianos, patrióticos y de familia, gran testimonio de vida y amor al prójimo, practicante de los Mandamientos de Jesucristo; un señor amable, educado, simpático, amoroso, siempre decidido a contar historias de su querida Alajuela. Un cuenta cuentos alajuelense.

Eso sí, sin excluir su propia historia laboral y personal, historia ejemplar para todas las generaciones, una historia honrosa para su linda tierra y su familia.  

En su actual taller de ebanistería, instalado aquí hace más de dos décadas,  ubicado diagonal a la Escuela Ascensión Esquivel Ibarra, en el centro de Alajuela, en una casona pura madera de tablilla, construcción de hace unos cincuenta años o más, nos invita con el siempre amable “pase adelante y se sienta”, en un banco de madera o sobre el material de largas tablas, relata con mucha claridad y precisión esos recuerdos de hace muchos años y de hoy, su pasión por la ebanistería, desde muy joven.

“Ingresé, primeramente a dos ebanisterías en el centro de Alajuela, propietarios don Arturo “Cachacha” Alfaro y don Erick Molina, conocidos ebanistas alajuelenses y grandes ex jugadores de la gloriosa Institución roja y negra, la Liga Deportiva Alajuelense (L.D.A).

En uno de estos centros de trabajos,  permanecí muy poco tiempo, unas horas, para luego seguir en la otra el proceso de aprendizaje del oficio, sin recibir salario, porque lo importante era estar con los dos maestros y artistas en madera y aprovechar su experiencia y conocimientos”, dice con mucha claridad, sentado en una banca de cemento, en el exterior de nuestra hermosa Catedral, su lugar tradicional para la Oración y reflexión.

Y si Usted quiere ubicar a don Memo, un domingo, venga a la Misa de las nueve de la mañana a la Catedral de Nuestra Señora del Pilar, en Alajuela. Siempre activo, recogiendo la colecta, encendiendo las velas del Altar, colaborando con la Sacristía para que todo quede bien ordenado para las próximas actividades, porque donde hay orden, está Dios…  

Don Memo experimentó en otros talleres o ebanisterías, recuerda los talleres de don Ulises Rodríguez, ubicado cerca del Parque Juan Santamaría, en el centro de Alajuela y otro muy cerca del Mercado Municipal. Incluso, el garaje de su casa que no era usual que las casas tuvieran este espacio, setenta y cinco metros oeste actual Correos de Costa Rica, practicó el inicio de su oficio, en forma independiente, con algunas pocas herramientas.    

Uno de sus primeros trabajos o tareas asignadas por los expertos ebanistas, consistió en el proceso de “charolar” la madera. Así como los expertos ebanistas explicaron con paciencia a don Memo el trabajo citado; don Memo saca el ratito para explicar al autor de esta nota, lo aprendido en el taller, su primer tarea.

Lo que se decía como “charolar la madera” era lo que hoy conocemos como el barniz en la madera, producto de muy fácil acceso en los mercados de pintura y otros.

Y nos explica el proceso:

La pieza de madera se exponía a un minucioso tratamiento: primero, lijar correctamente la base; luego, se aplica el granito de la “piedra pómez”, esparcida uniformemente para tapar la porosidad, con un lijado suave. Cumplido este proceso, una goma especial a base de laca y disuelta en “sinner”, aplicada suavemente con una mecha húmeda, hasta sacar el brillo perfecto en la madera, como un espejo.

Durante más de cincuenta años ejerciendo la profesión de ebanista, ha construido todo tipo de muebles para nuestros hogares y trabajos. Roperos, camones, camas, bancos, sillas, pupitres escolares, trinchantes, bancas de iglesias, cómodas, mesas de comedor…y con calidad. Calidad obtenida de sus grandes maestros de la madera…

¡Muchas gracias, don Memo!

Nota: lo escrito en estas líneas, es tomado del testimonio oral del ciudadano y lo indicado por don Memo. Muchas gracias, si Usted tiene más historia, la recibimos con gusto para enriquecer este texto. Lo escrito hasta ahora, está sujeto a cambios, correcciones, ampliaciones.

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Publicado junio 13, 2021 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Ferretería «Juan Castro»   Leave a comment

Una de las primeras ferreterías en Alajuela, la instaló don Juan Castro Molina, muy joven, en el centro de la ciudad, veinticinco metros al Oeste del hoy antiguo Instituto de Alajuela (IDEA), en medio de dos conocidas farmacias, la de Chavarría y la Salazar. Ya en los años cuarentas o antes, don Juan estaba ubicado en el corazón de la ciudad. Luego, posiblemente, nació la librería-ferretería Lizano o estaba también establecida. Don Juan emigró con su ferretería al este de la ciudad, propiamente muy cerca, a unos setenta y cinco metros, hacia el este, de la Estación del Cuerpo de Bomberos. Al frente, tenía de vecinos muy conocidos, a don Carlos Jiménez (padre) y don Solón Lizano.


Dejó de alquilar el amplio local central, propiedad de la familia Chavarría y trasladó su ferretería a su casa de habitación, segregando algún sector de la edificación, donde continuó con su trabajo hasta el final. En este punto, muchísimos fuimos sus clientes, desde el barrio El Llano, La Agonía, El Brasil, Los Higuerones y otros barrios cercanos, durante muchísimos años. Una casa de madera, pintada color beige, con olor a antigüedad, como muchas casas de adobes y de madera, propias de estos barrios alajuelenses. Su ferretería no tenía un rótulo, únicamente fue conocida por el pueblo, con la mejor identificación del Mundo: Ferretería «Juan Castro».

En el local desocupado, se instaló el conocido Restaurante-cafetería «El aeropuerto», de un señor Luis Beltrán.


Y como era costumbre o regla general, estos decididos trabajadores, responsables y amantes del trabajo, citemos los ejemplos de don Bolívar Valverde con su famosa cafetería, la pulpería El Periquito, el Molino de moler maíz de Cayetano y Adilia, la pulpería de Poché (Pochet), la pulpería de don Alfredo Rodríguez, la remendona de Paulino Soto Córdoba (armadillo o cusuco, le decían) y su esposa Bolivia, con el horno de barro para la elaboración de biscochos, polvorones y otros panes, contaron siempre con la guía, esfuerzo y amor de sus esposas para acompañar y organizar el trabajo de sus laboriosos hombres; así, don Juan Castro tuvo su gran sombra protectora de su esposa Mercedes Brenes, mujeres quienes se apuntaron a reforzar la labor o trabajo familiar, sin descuidar las duras labores del hogar y crianza de sus hijos y nietos. Una lucha dura, conjunta, para sacar adelante sus familias con éxito.


Don Juan Castro, así conocido y querido por toda la gente, un señor de baja estatura, un poco encorvado, de bigote y cabello blancos, muy estricto o “bravo”, como lo describe un antiguo cliente, al recordar a este señor trabajador. Vestía en su ferretería, con ropa color “caqui”, camisa manga larga, siempre con su inseparable delantal de pectoral y anchas bolsas, en army o mezclilla, muy atento, servicial y respetuoso ante todas las personas, niños, adultos, mujeres. Siempre atento a lo solicitado por el cliente.


La ferretería de don Juan Castro, tenía todo lo necesario en su línea, incluso, otros productos.


Los estudiantes del Instituto de Alajuela, quiénes recibían clases de “trabajos manuales” donde hoy está la Policía Municipal de Alajuela, a unos cuantos pasos de la ferretería, acudían a comprar las sierras para la caladora eléctrica y otros artículos. Otros clientes por la compra de clavos, tornillos desde el tamaño “chirrisquitico” hasta el más grandote de los tornillos, arandelas, tachuelas, empaques para mangueras y tuberías, estos artículos siempre en cajoncitos de madera. Sin faltar, pegamento para zapatos, canfín para las cocinas, óxido de zinc en polvo color blanco, éste, disuelto en agua formaba una crema finísima, color blanca, aplicable al calzado del mismo color, un blanco ideal para la elegancia en el calzado, apto para asistir a la Misa y otras actividades de la Iglesia. Un producto siempre exigido por nuestras madres. Y siempre presente en la ferretería, era la receta en esos tiempos para el calzado y buena presentación al vestir.


También en la ferretería no faltaban los anzuelos, cuerdas y plomadas para la pesca en el Río Ciruelas y otros ríos, muy visitados por adultos, mujeres y niños, un entretenimiento muy común en casi todas las familias, en esos tiempos de más paz y unión.


¿Cómo que la Ferretería “Juan Castro”, un hombre de trabajo y paz, vendía metralletas, pólvora y plomo? Eran unas rueditas de pólvora que al ser majadas con la suela del zapato, brincaban en varias direcciones, acompañadas de un sonido o tiroteo, similar a las armas de fuego. Estas metralletas nos hacían reír, brincar, asustar y recibir un olor fuerte a pólvora, a más de uno. A este tiroteo, don Juan nos ofrecía a la venta, los “triquitraques”, especiales en tiempos de Navidad, fiestas y escuela. Y el plomo, un producto muy particular en la ferretería, los “huevos de plomo”, utilizados en los nidos de las gallinas, afirmaban, para incentivar la producción de huevos. Vale que si esto dio resultados positivos al recoger abundancia de huevos, siempre salieron frágiles, de mucha calidad, nunca duros, ni pesados y menos con color y olor a plomo.


Por todo su trabajo y utilidad de sus productos en nuestros hogares, centros de trabajo y diversión, a don Juan Castro Molina, todos los vecinos sentimos mucho cariño, muchos recuerdos y respeto. Por eso y más, tratamos recordar su persona, su ferretería y familia, pero no es suficiente hacerlo en pocas líneas, no es suficiente lo escrito hasta el momento, porque su historia es muy amplia…


¡Cuéntenos más de su historia, de sus anécdotas, cuéntenos qué sabe Usted de don Juan Castro y su ferretería, del trabajo de un gran personaje de nuestra Alajuela!.

Nota: texto sujeto a cambios, ampliaciones, correcciones de todo tipo. Se hace en base al testimonio oral y escrito de ciudadanos alajuelenses, quiénes conocimos a don Juan y su ferretería.

Muchas gracias.

Publicado marzo 29, 2021 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Donde Alfredo   Leave a comment

Don Alfredo y su familia.


En el capítulo anterior, “Una mirada a lo de antes”, presentamos una reseña histórica dedicada al establecimiento administrado por don Alfredo Rodríguez Flores y su esposa Mireya González Vargas, ubicado en Concepción El Llano, Alajuela, Costa Rica. Centroamérica.


Hoy, tomando el testimonio oral y escrito de vecinos locales y de otras comunidades, insistimos con el lindo tema, más amplio y preciso de este inolvidable trabajador alajuelense y su familia.


El establecimiento – una pulpería o comisariato – nunca mostró un nombre como es la costumbre, nada más conocido como «Pulpería de don Alfredo», aunque el pueblo utilizaba el término “Donde Alfredo”, para identificar la ubicación y llegar de inmediato, sin necesidad de rótulos comerciales y otros.


Sí, «Donde Alfredo» encontramos de todo, hasta lo que no había. Todo para niños y grandes, Alfredo lo tenía: botones de pólvora que mediante fricción los hacíamos reventar, chicles de bola, confitería, galletas, trompos, yoyos de la Coca Cola, anzuelos y nylon para pescar, maquinillas para afeitar, lindos regalos envueltos en celofán para días especiales de cumpleaños o día de la madre y padre, pañuelos, peines y medias para hombres, juegos de magia, alquiler de revistas a diez céntimos cada una, barriletes y el hilo para estos hermosos juegos disfrutados por niños y adultos, melcochas, blanqueadores de ropa (hidrosulfito), artículos de ferretería, bazar, abarrotes, sastrería, costureras, estudiantes y maestras, velitas para altares, canfín, mechas para quemar el canfín en las cocinas, adornos para el hogar, piñatas, cromos, postales, librería, desodorantes, elásticos muy utilizados por las costureras y sastres; en fin, todo lo necesario para todo. «Donde Alfredo» había de todo.

Y no podemos olvidar los días de fútbol, especialmente los domingos, en la Plaza de El Llano. Fue tradición la venta de los ricos «lecheros de sirope», acompañados de «polvorones», elaborados por don Carlos Artavia, quién también se encargaba de llevar mercadería variada, desde el centro comercial de don Jorge Ávila, en el puro centro de la ciudad, a solicitud de don Alfredo. Y es que don Carlos era un eficiente empleado y reconocido por elaborar el delicioso pan que no podía faltar en las pulperías de antes.


Muchas, muchísimas anécdotas escribimos junto a Alfredo y familia. Todos los que crecimos por los alrededores de su establecimiento, nos enviaron desde nuestras casas donde Alfredo, a los encargos y mandados. Y jamás vamos a olvidar el trato y respeto de un señor noble, amable, servicial y trabajador.

Clientes del establecimiento recuerdan el sistema de “Ferias” por las compras: “¿Y la feria?”. El cliente exigía la feria. Como respuesta inmediata, Alfredo introducía su mano en un envase o bolsa y daba un puñado de confites quebrados de diferentes sabores y colores. El mandado se nos hacía más placentero, disfrutando de confites, melcochas, caramelos y otras delicias. Y alcanzaba para llevar a la casa. Nos encantaba hacer los mandados y pedir, por ejemplo, “media libra de azúcar, una barra de numar y la feria”, pero don Alfredo exigía decir “margarina” y no lo otro.


Otros recuerdan la compra de velitas y canfín para iluminar los altares, dedicados a la creencia y fe en Santos y Ángeles, pidiendo a Dios y a la Virgen por la felicidad y salud de las familias.
“Yo, – Nos cuenta una vecina – con seis añitos, andábamos solitos en las calles, sin ningún miedo, seguros, hicimos los “mandados” del hogar, ordenados especialmente por nuestra madre. Nos indicaba: “vaya donde Alfredo y me trae una velita y canfín”. Recuerda la vecina que en una ocasión su hermana menor trató de prender las velitas y casi quema toda la casa, dando gracias a Dios porque no pasó a más y todo fue un tremendo susto para todos.


En otros mandados le correspondió, dice otra vecina, comprar cinta adhesiva por metros, a diez céntimos cada metro. Con un metro de cinta caminaba con los bracitos extendidos, hasta la casa en Villa Hermosa, a dos cuadras del establecimiento.
Y para los tiempos de diciembre, aumentaba el consumo de canfín utilizado en anafres y fogones, especiales para la elaboración de tamales, panes y otros platillos tradicionales en la mesa de los costarricenses.

El autor de este texto, recuerda así a don Alfredo: con unos diecisiete años de edad, le pregunté a don Alfredo si tenía maquinas de afeitar. «Sí, aquí tengo una». No recuerdo el precio, lo importante era el aparato. Una maquinilla donde se le adaptaba la hoja, con el sistema de quitar y poner. La maquinita me sirvió por un montón de años, hasta extraviarla en un viaje al interior del país. ¡Cuánto me dolió esa pérdida!, pero no olvido la historia anotada de mi juventud, hoy ya un adulto mayor de más de setenta y un años de edad.


Había mucha oferta y paciencia al comprar. Un día, cuenta un señor ya adulto de El Llano, un cliente perdió la paciencia por la espera en ser atendido y Alfredo dijo: “Si realmente lo necesita, ahí volverá”.


Bueno, ahora trataremos de ubicar los lugares o puntos donde estableció Alfredo su negocito familiar, en Alajuela. Primero, es bueno destacar que a los quince años de edad ya iniciaba sus primeros pasos como comerciante, en un pequeño local en el centro de la ciudad, frente a la conocida casa de don Hugo Beer, reconocido odontólogo.
En el año 1961, inició labores más fuertes, trescientos metros al sur entrada sombra del Estadio Alejandro Morera Soto; luego, diagonal a la esquina “suroeste” de la Plaza Concepción El Llano y por último en el Invu 3, Las Cañas, Alajuela. Aquí, sí utilizó el nombre «Novedades», a su establecimiento.


Claro, don Alfredo para desempeñar con éxito su trabajo, sin duda tuvo siempre la colaboración de su esposa doña Mireya. En el orden del establecimiento, limpieza, atención al cliente y responsable de todos los pormenores, ante la ausencia de don Alfredo, encargado de realizar las compras de mercadería en la Capital, San José. Sí, junto a un gran trabajador, una gran consejera y administradora, como es toda mujer.


Sin duda, un hogar que recibió el ejemplo de trabajo honesto, transparente y de mucho sacrificio. Estos trabajadores y familias son los que hacen grande un país y barrio.


¡Don Alfredo y doña Mireya, son parte del recuerdo de nuestra niñez!


(Texto sujeto a cambios, agregados, correcciones). Lo escrito es tomado del testimonio de vecinos de EL LLANO y otros lugares.

Publicado marzo 16, 2021 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Del álbum familiar   Leave a comment

Diario La Nación. Sección El Alajuelense. Periódico bisemanal, del 23 agosto al 5 setiembre 2002.

Coordinadora o Directora de EL ALAJUELENSE: Eugenia Sancho.

Publicado diciembre 29, 2020 por José Manuel Morera Cabezas en Historias