Archivo para agosto 2015

¡Llegó carta!   Leave a comment

“¿Señor cartero, viene carta para la familia?” Con esta pregunta, saludamos a uno de los personajes más populares de nuestros barrios y ciudades, el señor cartero, quién de memoria conocía nuestros nombres, familiares, casas de habitación y negocios comerciales.

Hoy, con el avance tecnológico, es instantánea la comunicación, pero más fría. No sé…recibir un sobre con nuestro nombre, dirección de la casa y una estampilla en el ángulo superior derecho o izquierdo, traía mucha emoción. Sentimos el olor a papel.Sello postal de Costa Rica.

En la época escolar, en 1961, recuerdo a mi maestra: “Niños, pongan atención, hoy vamos a escribirle al Mundo”. El Mundo lo formaban las sedes diplomáticas acreditadas en nuestra Capital, San José de Costa Rica. El alumno elegía al país acreditado ante nuestro Gobierno. Ni más ni menos, tuvimos la oportunidad y el privilegio de contactar con representantes de países centroamericanos, del sur de América, de Europa y otros “rincones del mundo”. Y todos respondían.

Generalmente, la Dirección de la Escuela, fue el punto de referencia para recibir la correspondencia.  Recibimos sobres manila con mucha información: postales, guías turísticas, mensajes, estampillas, saludos de agradecimiento de la sede diplomática. ¡Una fantasía por escrito!

En mi caso, sin pensarlo, decidí escribir a España, en San José. Desde niño soñé con explorar esta nación; me enamoré de su música, el vestuario de los bailarines, las castañuelas, la guitarra, su pueblo, sus antiguos edificios, las películas de mi ídolo infantil, Joselito, cantando “En un pueblito español” y un montón de hermosas canciones, con una voz de oro y sin par.

“José Manuel, le escribieron de España”; recuerdo a la Maestra, la niña Haydeé, quién estaba atenta a la redacción, buena letra y ortografía que debíamos mostrar en nuestras cartas, bien limpias, delicadamente dobladas,  sin hojas arrugadas; respondidas por las embajadas, no preciso si ocho o diez días después.

De fijo, conocí  España, su pueblo, sus bellezas, artistas, su cine, sus gobernantes y reyes, pero en sobres y líneas escritas.

Ya en tiempos iniciales de la secundaria (colegio), siguió la “fiebre de mandar cartas”, con direcciones captadas en los periódicos nacionales. Cartas solicitando amistad con gente de Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Uruguay, Cuba, Chile y otras naciones. Amistad con todas las gentes; incluso una familia panameña visitó nuestro hogar y correspondimos la visita, representando la amistad entre los dos pueblos. Por culpa de las cartas y postales.

Don Luis, personaje del barrio La Agonía, en Alajuela, conocido únicamente como “Cayetano”, nuestro padre de crianza, una persona muy fina y respetuosa, quién tenía junto a su esposa Adilia la administración del  famoso molino para moler maíz, era un aficionado en sintonizar y escuchar radioemisoras internacionales, recordamos a Radio Moscú, Radio Praga Checoslovaquia, Radio Pekín, Radio Habana Cuba, Radio Internacional de China y otras.  Nunca tomó un lápiz y papel para escribirles a estas radios de “onda corta”, escuchadas con nitidez  en “cajones con perillas grandes y una pantalla o visor de vidrio donde caminaba una aguja, casi tocando unos números”. Y los locutores de esas radioemisoras, también lindas voces femeninas, todas las noches, solicitaban a sus oyentes tomar sus direcciones para establecer amistad y correspondencia escrita.Radio Internacional China

Una de tantas noches, no recibió bien la señal y al día siguiente, en la pura mañana, nos encaramamos en los techos a colocar la antena receptora de la señal, que había sido derribada por un “ventolero” o por los pleitos de gatos en el techo. La antena consistía en un largo hilo de metal, similar a los cables telefónicos, colocada de extremo a extremo de la casona, sujeto cada extremo en una vara de caña de bambú y de esta cuerda, partía otro cable hacia el receptor. Así de simple, la voz en todos los idiomas de la Humanidad, ingresaba por el entejado y paredes de adobes de la casona.

Y le encantaba escuchar al compositor cantante Carlos Puebla y sus músicos. Y ni para qué decir, que le encantaba escuchar los discursos de Fidel Castro, programados por la radio de esa nación caribeña.  Ni el bullicioso motor del molino, impedía escuchar aquella voz  con sus extensos discursos.

Los niños, no sospechamos de quién se trataba, ni mucho menos qué decía. Nuestros temas eran buscar botijas en las paredes y pisos de la casona, disfrutar de nuestros juegos tradicionales, jugar en los extensos patios de las casas vecinas y patio de nuestra casona y estar trepados en los árboles de jocote, mango y naranjas, a lo «Marcos Ramírez», de Calufa Fallas. Él, Cayetano,  hasta lo aplaudía como si aquel personaje de la radio estuviera en nuestra casona de adobes. Luego comprendimos, con el estudio en la secundaria, más de esta “chochera»  por  las cosas de ese país y sus revoluciones.

Una noche, mientras estudiaba unas lecciones de Estudios Sociales, escuché la voz del locutor que invitaba a sus oyentes: “Esta es nuestra dirección postal, escríbanos…”. La apunté en el forro de mi cuaderno y así continué con otras. Más tarde, recibí respuestas de varias estaciones de radio internacionales, entre ellas, una de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S), junto a una colección de fotos en blanco y negro o sepia, dedicadas a la vida de Lenín desde niño hasta ya casi sin un pelo en su cabeza, postales de la llamada «Plaza roja», fotos de bellísimos edificios, puentes, ríos, trenes, astronautas y banderitas representando a las repúblicas de esa enorme nación.

Por «cartas escritas a mano» conocí a España,  Holanda, Estados Unidos, Checoslovaquia, a las dos Chinas, Albania, Formosa…y mi biblioteca se llenó de material de lectura, discos, estampillas, todo en idioma español.

La casa de adobes, de mis padres y abuelos,  la de piso de tierra, fogón y letrina en el solar, como a ciento cincuenta pasos de la cocina, antes pasar por la acequia y el árbol de mango, se convirtió en un centro de recepción de correspondencia de muchos lugares del Mundo. El Mundo, tenía un campito en nuestra humilde casona, al calor del fogón, horno de barro y la cocina de leña.Radio Praga Che

Así, en la casona todos practicamos la filatelia, por la colección de estampillas que desprendíamos con agua de los sobres recibidos de muchas partes del Mundo, las que conservamos en cajitas de cartón o entre las hojas de los cuadernos, mezcladas con los tradicionales «cromos» para nuestros juegos infantiles.

Años después, por recibir tanta correspondencia mundial, del bloque de países llamados “socialistas, amantes de la paz”, para unos; para otros, países detrás de la “cortina de hierro” y de países capitalistas, notamos violación en la correspondencia, por el estado de los sobres, semi abiertos y con una leyenda de la dirección de correos de Costa Rica: “Correspondencia recibida en este estado”. Alguien, nunca en las oficinas de correos de nuestro país,  vigilaban nuestra correspondencia,  captaban las revistas, discos, periódicos, postales, invitación a concursos fotográficos y literarios, como señales de “material peligroso…”, pero nuestra intención, la intención de los niños de otra época muy diferente a la actual,  fue únicamente viajar, navegar como dirían hoy,  por tierras tan lejanas, «de la otra parte del Mundo», con llenar las líneas de un papel con nuestras palabras, siempre bien escritas…

Carta escrita

Carta tradicional

Años después, todo fue evolucionando,  el aparato receptor, la antena,  la libreta y el forro del cuaderno con direcciones postales, ocuparon un rinconcito de la acogedora casona de adobes…

Y todo esto se inició por el bonito hábito de escribir cartas para conocer gentes de otras culturas, inspirados con la guía de las lindas maestras…

Y saber que hoy, es más sencillo con un “clic” obtener material peligroso, sin la presencia de la Maestra y nuestros padres…

SOBRE PARA CARTA: Un «sobre» es una cubierta de papel u otro material, utilizado para introducir en su interior cartas, tarjetas, billetes y documentos que se entregan en mano o envían  por correo. El sobre está diseñado para incorporar el franqueo y el destinatario en el anverso y el remitente en el reverso.  Por eso, la parte frontal es lisa, quedando la solapa siempre por detrás. Los sobres se adquieren en las papelerías y tiendas de material de oficina y también se pueden personalizar a una imprenta.

 

Sobre carta aéreo.

Carta tradicional

Publicado agosto 11, 2015 por José Manuel Morera Cabezas en Historias