Archivo para septiembre 2011

La calle de «Los higuerones», historia y leyendas.   10 comments

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«El Llano de los targuases”, fue el nombre original del barrio Concepción o El Llano,  Alajuela, en 1840. Pocos pobladores, algunas fincas y casitas humildes, agricultores pobres, recolectores de café en grano, sacaban dulce de la caña de azúcar y ordeño de ganado.

Calle de Los Higuerones

Calle de «Los higuerones», hace un montón de décadas.

Imagen donada por el archivo digital del MHCJS.

Cuna de reconocidos personajes  nacionales y de otras naciones, atraídos por su exquisita paz, excelente clima, gente hospitalaria, trabajadora y pacífica. Se afincaron padres de presidentes de la República, entre ellos, don Rudecindo Guardia Robles, Roberto Cortés Cortés  y Virgilio Calvo Brenes, papá de don Virgilio Calvo Sánchez, ex vicepresidente en 1966.

De otras naciones, don José Figueredo y Figueredo (1865-1917) , cubano, militar, activista de la Independencia de Cuba;  los colombianos José María Pinaud, militar y don Timoleón Galindo Pachón, campesino.

Y si nos ocupamos en recordar personajes de esta calle, de inmediato se nos viene la imagen de don Alfonso Lizano, Cañalito,  comerciante de verduras, frutas y jugo de caña. Lo identificamos transportando sobre su carretilla, la máquina para la molienda de caña de azúcar,  por las calles de Alajuela y otros puntos estratégicos, donde disfrutamos de la deliciosa bebida; por el manejo de la caña , parecía tener en su propiedad un «cañal» o parcela pequeña de caña de azúcar, donde nació el sobrenombre de este trabajador; su vecinoChico Boronas”, habitante de una casita humilde, muy concurrida porque allí estaba la venta de aguardiente conocida como “chirrite”, bastante apetecida por clientes fijos y visitantes que se daban una  escapada o paseo al famoso lugar alajuelense.   Higue4

Entrada a «Calle de los higuerones». Foto setiembre 2011.

Adobes

Ermita Concepción ó El Llano, Alajuela. C.R.

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Con trabajo y honradez, humildes campesinos hicieron surgir esta zona y sectores aledaños. Un sector muy conocido, ubicado al norte de la ermita de adobes, lo fue el territorio conformado por dos grandes propiedades o fincas; al Este, la propiedad de don José María Pinaud y la finca de doña Julia Fernández Rodríguez, esposa de don León Cortés Castro; tierras divididas por una trocha  en pura tierra y piedra, bastante largo, de sur a norte. 

Por allí, circulaban agricultores a pie, en carreta, a caballo;  recolectaban el café en grano y lo transportaban a los “beneficios” o depósitos, que eran extensos patios aptos para el secado manual; sin faltar el traslado de la caña de azúcar al trapiche de don Timoleón – antes de la familia de los “Camachos” – , en esos tiempos un “higuereño” muy a gusto en nuestro pueblo.

Este trapiche fue manejado por el agua de una acequia grande, que salía del Río Brasil o Río Ciruelas en la propiedad de don Oscar Campos y servía, además, para hacer riegos en verano, ya que estas corrientes de aguas se extendían por varios caños de la ciudad donde cuadrillas de “regadores” municipales, hacían llegar el agua a las calles empolvadas y calientes, esto con la intención de refrescar las siempre calurosas tierras alajuelenses.

Don Timoleón, intercambiaba deliciosos “sobados y cachazas” por bolsas pequeñas de maní, en manos de niños y jóvenes que desde el centro de Alajuela, visitaban  el dulce lugar; mientras los adultos tenían como deporte la tarea de “zorrear”, o sea, la caza de zorros, cuyo destino fueron las ollas con agua hirviendo y las cocinas de leña de nuestras humildes viviendas.

Narra el señor Rodrigo Fernández Castillo, vecino de El Llano, cuando niño lo impresionó mucho el funeral de don Timoleón, por ser la primera vez que conoció un carruaje funerario, tirado por cuatro caballos de la famosa funeraria Polini, lujo que no estaba para todos los pobladores; únicamente  gente con buenos recursos económicos, tenía la oportunidad de hacerse acompañar de animales tan finos, cubiertos por mantos oscuros, conducidos por  un personaje vestido de negro, capa negra, enérgico, sin sonrisa alguna, mostrando un látigo en sus manos.  Esta imagen era sorprendente y causaba cierto temor, más en las mentes infantiles, repletas de leyendas…

En esos tiempos, posiblemente, el sendero divisor de las dos fincas,  no tenía un nombre específico, pero sí importante por conducir al interior de los dos grandes territorios, ricas tierras, agua potable, aire limpio y gente esforzada.

Entrada acueducto municipal

Placa a la entrada de los tanques.

En el GobierObra Tomás Guardia Gutiérrezno de don Tomás Guardia Gutiérrez (1870-1876-1877-1882), se elige el lugar para instalar el primer tanque o pilas del acueducto municipal de Alajuela, convirtiéndose en un logro gigante para la salud y progreso de la comunidad. El tanque tenía forma rectangular, por quince metros de ancho, treinta de largo y seis de profundidad, chorreado en concreto, sus paredes fuertes,  de aproximadamente un metro de grosor.

Primer plano de la placa.

(Imágenes donadas por el archivo digital del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica, Centroamérica).   

  Imagen donada por el archivo digital del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría.

Vista panorámica de los tanques.

Esta obra, hace que el lugar del “caminito”, tome más fuerza, ampliándose, hasta formar un camino más accesible. Dicen que el pueblo lo bautizó como “Calle del Tanque”, en alusión al acueducto.

Fuera como fuera el nombre, el Presidente Guardia solicita sembrar  higuerones, a ambos lados del camino, siete a cada lado. Así nació “La Calle de los higuerones”, aunque éstos ya no están, lo único que ha quedado es el recuerdo de quienes hacen posible contar esta historia. Hoy, es más común decir Barrio y comunidad de Los Higuerones, por cierto, un lindo barrio con vecinos muy agradables.

El paso de los años, hicieron que los gigantes envejecieran, algunos no resistieron estar más de pie, obligando a expertos tomar la decisión de acabar con ellos, luego de tantos años brindando deliciosas sombras, misterio, protección y belleza al lugar.

 Si revisamos la DivisiónTerritoFallasrial Electoral de Costa Rica, “Los Higuerones”, es un poblado del Segundo  Distrito de Alajuela, Concepción El Llano, tierra que vio nacer y correr al niño “Marcos Ramírez” y conocer a  “Mi madrina”,  de Carlos Luis Fallas  Sibaja, “Calufa”, nuestro vecino.

Lo que, seguramente, don Tomás Guardia Gutiérrez  no imaginó en ningún instante, fue el uso que los habitantes de Alajuela y otros sectores, le dieron al lugar y a los frondosos higuerones, décadas más tarde.

En un tiempo, el lugar, antes pasarela de carretas, caballos y gente descalza, se transformó en un sendero para otras actividades que no fueron coger café y ordeñar algunas vacas. La historia es otra, donde el humor, la picardía  y las travesuras de los alajuelenses, escribieron otras situaciones, allá por los años cincuenta y sesenta.

Las generaciones siguientes a nuestros compatriotas descalzos, conocimos muy bien “La calle de Los higuerones”, calle lastrada, con dos caños hondos de tierra para la circulación de las aguas de la acequia y agua llovida, dos  trillos a ambos lados, pegados al borde de las fincas y la presencia de los catorce gigantes verdes con sus inmensas raíces, muy visibles sobre la superficie; sendero totalmente oscuro, únicamente a la entrada un poste de hierro portando un bombillo amarillento, daba cierta iluminación y algunas sombras misteriosas hasta en forma de figuras extrañas,  bultos, espantos gigantes, según la imaginación y curiosidad; un espacio para bromas y bromistas, leyendas; presencia de aves, hormigas, avispas, palmeras con deliciosos cocos y hasta culebras entre los árboles y montes.

A la entrada de la calle, ubicándonos de sur a norte,  posible con la débil iluminación del farol fijo, fue famoso uno de los higuerones porque el tronco formaba la silueta de una mujer, con pelo largo, portando un hermoso vestido donde las extensas raíces eran parte del mismo, cubriendo sus pies, muy visible en  noches de luna llena.

En ese sendero verde y fresco, decían los abuelos, asustaba “La segua”, imagen tradicional, muy conocida en nuestras leyendas de pueblo.

Imaginemos a “La segua”, volvamos la mente al pasado. Al pie de un higuerón, sobre sus raíces expuestas, un visitante de la oscuridad y soledad, quien se aprestaba a conquistar al personaje femenino, hermosa, dar la mano para ayudarla a viajar hasta el último higuerón al fondo del sendero, aún más oscuro. Ella, siempre presente entre arboledas y caminos solitarios, llena de juventud, piel blanca, ojos negros como la noche, pelo rizado y brillante, boca y dientes hermosos. Así, era la forma femenina de La Segua. Así se  presentaba ante los hombres “mal portados”, que en toda época han existido y seguirán por los siglos de los siglos.

Higuerón. Costado sur Clínica Marcial Rodríguez,

Alajuela, Costa Rica. C.A. Foto set 2011.

Fácilmente lograba su propósito, su presa, convirtiéndose en una horrenda figura, su cabeza en forma de calavera de caballo, ojos rojos como el fuego,  dientes deformes y podridos, un gran hocico por donde lanzaba un olor hediondo, mientras sus largos brazos peludos y enormes uñas sucias, apretaban al caminante nocturno o hacía temblar la carreta, sus ocupantes y bueyes, huyendo sin control.

Así se manifestó aquel bicho, hace mucho tiempo; pero la segua de “El Llano”, era otro modelo, no cargado de mal olor, sino cargado de muy buen humor, cien por ciento alajuelense.

Allí, donde el Presidente solicitó plantar los hermosos higuerones, en esa calle negra, otra “Segua” hizo de las suyas. Y esa figura aparecía allí, porque el lugar  ya tenía otro uso: ese camino, siempre con la complicidad de los higuerones, sirvieron de refugio, techo y cama a muchas personas, jóvenes y ya adultas; parejas que escogieron el sector para el placer y la diversión nocturna, sin importar la existencia del bicho raro.

Por lo menos, no fue un espacio para el crimen, el robo, los asaltos, la droga, como tantos lugares oscuros e iluminados encontramos hoy  en nuestros caminos y carreteras, llenos de temor  y tragedia para la paz de los ciudadanos y sus hogares. Fue un lugar diferente, para firmar la paz y el amor.

Un vecino alajuelense, a quien todo el mundo de esa época lo conocía con el sobrenombre Pinolillo, en un momento se convertía en “La segua”, con vestimenta apropiada, máscara y ruidos extraños; transformó el lugar de pasión y conquista, en gritos, carreras, lamentos, en palabrotas que hicieron relucir hasta la misma madre del espanto, expresiones contra el imitador personaje de nuestras leyendas ticas; éstas, muy eficaces en su época, porque las sentimos como verdaderas y de alguna forma nos ayudaron a frenar malos pensamientos y acciones indebidas.

Hoy,  La calle de Los Higuerones, es una calle bastante transitada, por ella llegamos en autobús, en bicicleta y hasta “a pata”, a la Clínica Marcial Rodríguez Conejo de la Caja Costarricense de Seguro Social; el lado Oeste está completamente poblado, es un lugar fresco, tranquilo. En el lado Este, el Hogar de Ancianos Santiago Crespo Calvo, cafetales, la clínica mencionada y lindas zonas verdes. Y para el futuro, posiblemente, estará repleta de construcciones modernas para el comercio y otras actividades.

Alajuela, sus barrios, van en franca transformación, con sus cosas positivas y negativas, tienen otra imagen: ayer, paso para carretas y leyendas; hoy, lo que todos conocemos…

Hojas de higuerón.

Glosario:

Trillo: senda, vereda.

Chirrite: aguardiente en Costa Rica. C.A.

Sobado: melchocha.

Cachaza: primera espuma que arroja el zumo de la caña de azúcar cuando empieza a cocerse.

Segua: Personaje imaginario, tomado de las leyendas.

Zorrear: caza de zorros.

Trapiche: molino para extraer el jugo de caña de azúcar.

A pata: caminar a pie.

Higuerón: Árbol móreo de América, con tronco corpulento y madera fuerte, para construir embarcaciones. Su nombre científico FICUS CITRIFOLIA MILL. Los frutos representan una fuente de alimento muy importante para la fauna silvestre. Copa extendida, ramas largas y poderosas de las que emergen «raíces aéreas», las que se funden para formar el tronco

Alajuela: nombre de la segunda de las siete provincias que forman a Costa Rica. Centroamérica.

Pinolillo: insecto de color rojo, muy pequeño que parece polvo de pinole, bebida.

CA.LU.FA: Carlos Luis Fallas Sibaja, escritor marxista-leninista,  costarricense, de Alajuela, Costa Rica. C.A.

En América Latina: desde México al Paraguay.

Publicado septiembre 9, 2011 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

Curiosidad y confusión con los nombres iguales   3 comments

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Publicado septiembre 3, 2011 por José Manuel Morera Cabezas en Opinión