La Ciudad de Alajuela fue fundada el 12 de octubre de 1782. El primer grupo de población lo formaron 267 habitantes o familias, en el caserío La Lajuela, éste acompañado de cuatro barrios: Los Targuases, Púas o Puás, Río Grande y Las Ciruelas. La extensión territorial de Los Targuases abarcaba partes del Sur desde Río Segundo , hasta Quebrada Seca; al Norte, desde El Llano, hasta el Monte Carbonal y los llanos de Rosales.
El Llano, era un sector de Los Targuases, ubicado a tres (3) cuadras al Este del centro o de la Plaza Mayor, hoy Parque Tomás Guardia Gutiérrez, así indicado en el límite original de Alajuela (1795-1835). Luego, El Llano recibió el nombre de Barrio de La Concepción, en Honor a la Inmaculada Concepción de María.
En Parque Central Tomás Guardia Gutiérrez, o Parque Central de Alajuela, Costa Rica. C.A.
Habitado por unos mil habitantes, en 1840, dueños de algunas casitas y terrenos dedicados a la agricultura, café y ganado.
Entre tertulias callejeras y visita recíproca de los vecinos en sus hogares, en 1880, fue naciendo la idea de construir un templo católico en el lugar.
Un grupo de “llaneros targuases” decidieron llevar el asunto a las altas esferas eclesiásticas. Confeccionaron un escrito «Pro construcción del Templo Católico» ante el cura párroco de la Catedral de la Ciudad Alajuela, Francisco de Paula Pereira Y Matamoros. Don Francisco transmitió lo que quería aquella pacífica gente a Monseñor Bernardo Augusto Thiel Hoffmann, obispo de San José, quien aprobó lo solicitado, el 16 de agosto de ese año; antes de su aprobación, según la historia, la población tuvo que presionar para lograr su sueño, porque no todo cayó tan fácil del cielo.
La respuesta positiva llegó a conocimiento del pueblo llanero, porque así lo necesitaba la gente. La alegría fue inmensa. Don Miguel Mora, Luis Calvo, José María Molina, Lorenzo Rodríguez, éste, Juez de Paz del Barrio, Juan Pascual Solano, Juan Córdoba, Joaquín Herra, Miguel de Jesús Sibaja Sibaja y don Juan Fallas, comunicaron a sus vecinos, lo logrado hasta ese momento. Y otros vecinos participantes en pro de la construcción y voluntariado donando «mano de obra», don Bartolo Rodríguez, Blas Molina, Rafael Cabezas, Agustín Molina, Pedro Sibaja, Daniel Soto, José María Sibaja, éste, quién había colaborado en la construcción de la Cúpula de la Iglesia Parrroquial de Alajuela, Simón Molina, Jacinto Morera, Matías Soto, Rafael Delgado, Juan Gómez, Fulgencio Soto, Marcelino Oviedo, Juan Oviedo, Andrés Herra, José Bartolo Hernández, José Chávez, Romualdo Herra, Sixto Herra, Vicente Sibaja, José María Rojas, Manuel José Álvarez, Idelfonso Esquivel, José María Molina, José Benedicto Solano, Manuel Umaña, Juan Soto y Matías Molina.
Y en esta decisión trascendental, no podía faltar el aporte femenino, allí estaba doña Eusebia Solano Sibaja, quien ya muy antes había donado el terreno para erigir el soñado Templo. También se indica en otras investigaciones, la participación de un vecino con nombre, don José María Sibaja, donante del terreno para la misma causa y no la señora Solano.
Donó aproximadamente “dos manzanas de tierra”. En una, estaría el oratorio o templo, con los dos sectores correspondientes a las sacristías, a ambos costados; una pequeña bodega o galerón, dejando espacio para un cafetal, caña y otros frutos, protegidos por una tapia alta de calicanto a los lados y al fondo las cercas de piñuelas.
Sacristía norte de la Ermita.
Esta es la Sacristía sur de la Ermita.
La otra manzana, dispuesta para realizar fiestas cívicas y otras actividades propias en honor a la Patrona Nuestra Señora de la Limpia Concepción de María, cada Ocho de Diciembre. (Lo que hoy es la plaza «Carlos Luis Fallas Sibaja, «Calufa» o Plaza de Concepción El Llano).
El Obispo Thiel Hoffmann, en marzo de 1882, visitó la obra en construcción, aunque existe otra versión de una década para concluirla, en 1889. Lo real es que el templo soñado por los llaneros, fue una realidad, gracias a doña Eusebia o don José María, vecinos llaneros.
Don Juan Fallas, maestro de obras, sus trabajadores y el apoyo de todo un pueblo, con sus propios ojos vieron el resultado que les dio la unión para lograr el objetivo. Sus paredes de bahareque, techo entejado, cielo raso de latón, puertas de madera, ventanas de vidrio, pisos de madera y mosaicos, columnas de madera, frente en calicanto(piedra, ladrillo y algamaza), muros laterales y frontal también de calicanto y ladrillo, explanada con verja de hierro forjado, campanario de latón, madera y zinc, campanas y «matracas». En su interior, sus altares, dos piletas para el agua bendita y un barandal de madera para resguardar el Altar Mayor.
Ellos ya no están, pero su decisión, trabajo y esfuerzo, aún están presentes al tener al pie del cañón, lo que hoy llamamos la «Ermita de Concepción El Llano», así, conocida popularmente en nuestros días. Su nombre Sagrado: Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de María…
Nuestro barrio se fue poblando y avanzando. Muchas personas conocidas habitaron y trabajaron en esta linda tierra. La más popular, sin duda, fue el escritor y defensor del trabajador costarricense, Carlos Luis Fallas Sibaja,” Calufa”, de orientación marxista-leninista, José León Sánchez, muy conocido por su obra «La isla de los hombres solos”, José Figueredo Lora, cubano, militar de los Tinoco, Rudecindo Guardia Robles, éste, padre de Tomás Guardia Gutiérrez, José María Pinaud, militar colombiano, seguidor de los Tinoco, Abelino Santamaría, conocido por ser pariente de nuestro Héroe Nacional Juan Santamaría, Virgilio Calvo Brenes, padre de Virgilio Sánchez, ex vicepresidente administración Trejos Fernández, León Cortés Castro y su padre Roberto, dueño de la Hacienda El Cas, en el Brasil de Alajuela. Además, otras familias: Soto, Alfaro, Cabezas, Solera, Quesada, Piva, Fallas, Castro, Cruz, Arroyo, Sibaja, Artavia, Oviedo, Víquez, Arias, Solórzano, Solano, Jiménez, García, Rosich, Chavarría, Rojas, Molina, Araya, Campos, González, Valerio, Villalobos, Loría, Murillo, Lizano, Ardón, Barrantes, Ulate, Montenegro, Henchoz, Ramírez, Castillo, Camacho, Zumbado, Ruíz, Rosabal, Guerrero, Montero y otras.
Con fe, lucha y unión, el pueblo llanero antiguo logró uno de los grandes objetivos. ¿Cómo no respetar esa decisión de un pueblo, hace tantas décadas? ¿Cómo no cuidar esta joya, declarada e incorporada al Patrimonio Histórico Arquitectónico y Cultural de Costa Rica? Decreto Ejecutivo Número 28388-C. La Gaceta Número 16, 24 enero 2000?.
Hoy, muchos no conocemos esta historia, iniciada por un puñado de vecinos quienes de verdad amaban su comunidad y sus luchas. Hoy, al templo u oratorio, después de soportar terremotos y el pasar de los años, lo tenemos encerrado entre barrotes para que nadie le haga daño y desaparezca lo que costó tanto sacrificio.
Nosotros, los viejos y las nuevas generaciones, estamos en la obligación de proteger el símbolo de nuestra comunidad, fiel testigo de tiempos llenos de mucha paz, fe, trabajo y respeto que dejaron nuestros antepasados… un ejemplo a seguir para proteger y mejorar el espacio donde habitamos, para lograr un mejor desarrollo y calidad de vida de sus habitantes, casa de nuestros hijos y nietos.
Es fundamental reconocer que todos los datos históricos aquí expuestos, son la investigación de Rodrigo Emilio Fernández Castillo, Académico de Número de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas. Fuente de información: Archivo Eclesiástico de la Curia Metropolitana de San José, Costa Rica, Centroamérica. Fondos antiguos. Documentación Encuadernada. Caja Nº 285-1881.
El montaje del relato y fotografías, excepto la aportada por el fotógrafo alajuelense, don Rivera Masís, son del autor, recopilador de este tipo de historias tradicionales de nuestros pueblos.
Pintura del artista Carlos Zúñiga, «Caliche».
Glosario:
Matracas:
Martillo, golpear. Instrumento de madera que al girar los dientes de una rueda, levantando consecutivamente a una o más lengüetas, produce un ruido seco y desapacible. Se usa para significar el terremoto al final de las tinieblas causada por la Crucifixión de Cristo.
Al dejar de tañer las campanas desde el Jueves Santo, en la Edad Media, se acostumbraba convocar a los fieles utilizando una matraca gigante. De ahí pasó esta costumbre a tierras americanas. Cuando se enciende el Cirio Pascual, el Sábado Santo, ya avanzada la noche, se tocan las matracas para anunciar el feliz suceso de la Resurrección y entonces ya se pueden tañer las campanas. Un Viernes Santo, en Costa Rica, es usual escuchar el sonido de las matracas, manipuladas por algún vecino de la comunidad de Concepción El Llano, Alajuela. Costa Rica. C.A.
Piñuelas, utilizadas para demarcar cada propiedad o solar de una casa u otra edificación.
Ventana de madera y vidrio de la Ermita de El Llano.
Una corrección, la nacionalidad el General José María Pinaud, era francesa no colombiana. Aparte de su activismo político, fue periodista, fundando y dirigiendo varios periodicos en Costa Rica. Falleció en San José, en el año 1946.
Señor Esteban: Creo en su afirmación con respecto a la nacionalidad de don José María. Lo curioso o erróneo es que todas las personas mayores de mi comunidad que me contaron esta historia, lo primero que afirman es «el colombiano Pinó». De todas formas, repasaré con estas personas, algunas, el por qué la afirmación de la nacionalidad suramericana. Generalmente, lo que escribo (aclaro que soy únicamente un aficionado a la escritura y fotografía) es la voz de las personas, su testimonio oral, sin otra investigación de mi parte (lo que podría caer en errores, claro). Muchísimas gracias.
Gracias, por su respuesta don José Manuel. ¿Tiene usted algún correo electrónico? , para contactarlo se lo agradecería.
Atte,
Esteban García
Mi correo electrónico: jmorera50@hotmail.com
Teléfono casa: 24-40-23-87