La terronera   Leave a comment


Un ciudadano preguntó: “¿Por dónde cojo para llegar a “La terronera?”. Ubicado el señor en un poyo de la plazoleta de La Agonía, le indicaron: “Coja desde esta esquina del “Bohemia bar”, hacia arriba, al Este. Va a pasar por el American bar, llega a la cantina-pulpería de Nayo Bravo y al bar California de un señor al que le dicen “Chino”, pero es alajuelense de nacimiento. No coja de esta esquina hacia el sur porque llegaría al Congo, al Congo bar. Siga recto y a cien varas, allá, está La terronera, en una esquina”.

El establecimiento se identificaba con un rótulo a la entrada, muy visible: “De carretera a carretera, su mejor compañera es La terronera”. Entrando, muy cerca de la puerta principal, una mampara de madera mostraba un rótulo: “Tome  Imperial”. Pero Usted tenía la opción de escoger otras ofertas, incluso, bebidas gaseosas, lengua en salsa con papitas tostadas, cubaces arreglados con pezuña de cerdo, agua dulce, ceviche y más especialidades.

Y lo más importante, la atención brindada por don Arístides Ávila, “Chumica”, persona amable, simpática, servicial, trabajadora, una bella persona, así era este señor, según expresiones de sus clientes y vecinos.

Esta esquina, servía de punto de referencia para no tomar otro rumbo y la utilizaban los taxistas y usuarios. De La terronera tantas varas al norte y tantas al oeste, era común estas direcciones a la tica. Así con todos los bares citados y otros cercanos, como la de “Nance”, en la misma cuadra.

Pintada, dice una vecina, de color verde oscuro y paredes de adobes y bahareque, dicen otros. Si sus paredes eran de adobes, como la Ermita de El Llano, de ahí el nombre de terrón o terronera.

Existían contiguo a La terronera, otras edificaciones pequeñas de madera y en una de ellas, don Rogelio, tenía  su taller de zapatería o remendona, muy usuales en esos tiempos, hace muchos años o varias décadas.

Simpáticas anécdotas quedaron en la mente de muchos: “Mis dos tíos, Jafet y Hubert, vivían metidos en el bar y mi abuela me mandaba a buscarlos para que fueran a comer, cuenta la sobrina; mientras otros afirman que todo el barrio de La Agonía se dio cita, tertuliando, comiendo, saboreando pezuñas, ceviche y algún “traguillo” de guaro blanco, como dice la canción nacional.

Así era el ambiente de muchos bares o cantinas alajuelenses, casi siempre ubicadas en las esquinas de los barrios. Una extranjera, dice en un comentario, no sabía si decir estoy en la esquina o en la cantina.

Desde hace años, lo que queda es un lote baldío, cercado con mallas. Quienes pasamos a diario por el sector, se nos viene a la mente Chumica y su terronera.

El  ciudadano que preguntó por La terronera, nunca se extravió, llegó correctamente también guiado por el aroma de la rica cocina y su bebida preferida. Todas estas edificaciones desparecieron físicamente, no el recuerdo de quiénes la visitamos desde fuera y en su interior…

“La terronera” estuvo ubicada al costado Norte del Salón Comunal de Villa Hermosa o 100 metros al Este del costado sur de la Iglesia La Agonía, sobre la Avenida Central, Alajuela, Costa Rica. Centroamérica.

Se dice que esta edificación fue dañada considerablemente por el terremoto del 22 de diciembre 1990.

Nota del autor: Se conformo el texto en base al testimonio oral y escrito de vecinos. El texto queda abierto para ser corregido, extendido o lo que el ciudadano mejor considere.  

José Manuel Morera Cabezas

Concepción El Llano, Alajuela.

Setiembre 2023

Publicado septiembre 23, 2023 por José Manuel Morera Cabezas en Historias

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